01, Training

1.1K 111 14
                                    

A mi costado se encontraba una nota sobre una pequeña torre de ropa doblada y bien ordenada.

"Hoy es tu entrenamiento. Vístete y búscanos tras la última oficina."

Luego de haber observado la ropa, decidí vestirme con aquel buzo "pitillo" azul marino, al igual que la pollera y el poleron, que contenía las siglas C.N.I en su espalda.
Salí amarrando mi cabello en una cola alta, observando en todas direcciones aquella "última oficina"

Los hombres me observaban mordiendo sus labios y algunos incluso silbaron, haciendo notar mi presencia. Había encontrado la última oficina gracias a Grant. Había asomado su cuerpo esperando por mi, y al notar mi incomodidad, se acercó y caminó junto a mi.

—Buenos días, ______. ¿Cómo amaneciste? —preguntó Tyler. Observé a mi alrededor, me encontraba en una zona de prueba. No respondí a Tyler, no quise. Me acerqué a Grant y bajé la cabeza.

—Está bien, al grano. _____ escúchame bien. No tienes que hacer esto, pero si decides comenzar, hazlo con todas tus energías; no tenemos tiempo.

—¿Vas a quedarte aquí? —pregunté a Grant. Negó haciéndome saber que tenía trabajo y que debía volver a casa por la noche.

—Ten cuidado. Y no tengas miedo en defenderte si es necesario.

Susurró a mi oído sin quitar la vista de Tyler. Su perfume me había envuelto en una nube de la que no quise bajar pero tenía que hacerlo. Sus pasos de lo llevaron rápidamente desapareciendo tras la muralla, entonces ahora sólo tenía que comenzar.

—¡Bien! —exclamó Tyler —. Manos a la obra.

Observando a mi alrededor entendí que el cuerpo estaba divido en secciones, el cuerpo de inteligencia, terreno, ciencia tecnológica y biológica. Yo iría a terreno.

Entramos a un gran galpón cerrado de latas en su exterior. Cuando se abrió el portón, entrábamos a otra época, algo más avanzado. Habían hombres entrenando, golpeando sacos y algunos corriendo, dando la vuelta alrededor de todo lo que se podía nombrar como campus.

—Entonces, ______. Grant ya te lo ha explicado, ahora yo te diré la otra parte. Como nuestro cuerpo de inteligencia se divide en otras secciones, necesitábamos a alguien que nos ayudara en la sección terreno. Es decir, que necesitamos de tu ayuda para cumplir una muy pequeña misión. Te preguntarás por qué entonces el entrenamiento. Por tu seguridad, es preferible que ante cualquier caso sepas defenderte y utilizar un arma. De eso se encargará David, nuestro entrenador. Prepara a los mejores soldados del ejército. No dudes en cumplir con el objetivo, si lo haces, tendremos que deshacernos de ti.

Tragué saliva con pesadez. Después de todo, esto parecía ser una obligación.

—Así que una chica —comentó el otro soltando sus manos —. Me parece valiente de tu parte. No me gusta la charla ni tampoco me gustan las palabras de motivación. Me gustan los hechos y el éxito, así que vas a comenzar trotando al igual que ellos alrededor del galpón por diez minutos. El cronómetro comienza ahora.

Como una idiota me quedé parada frente al hombre de cabeza calva. Escuchaba el cronómetro corriendo pero lo lograba atinar hasta que de un gritó me obligó a correr.

Diez minutos habían sido más que suficientes como para hacerme entrar en calor y dejarme al borde del desmayo. "Eres una decepción" me había dicho David a todo pulmón cuando casi caía a sus pies por falta de aire.

Pero eso no era lo peor. Lo siguiente era probar mi fuerza, así que tuve que colgarme de ambos brazos en una barra y resistir. No entendía por que me probarían como un soldado si mi misión era de menor trabajo.

   —¡Resiste! —gritaba él. Sentí mis brazos temblar debido al esfuerzo. Era una debilucha.

Caí casi a sus pies. La orden fue clara: hazlo de nuevo. No sabía de donde tomaría fuerzas, simplemente me levanté y de un salto volví a agarrarme.

   —¡Eres mujer, eres fuerte! —volvía a gritar recordándome también que odiaba las palabras motivacionales.

Por un momento pensé que estaba perdida, no sentía mis brazos y mis manos se resbalaban obligando a que mi cuerpo moviera las piernas para no caer y poder soltar por segundos una mano y luego la otra. 

Corrí diez minutos nuevamente, sin sentir en mis brazos más que los nervios apretándose. Volví a colgarme, pero esta vez tuve que ir avanzando por las barras, una y otra vez, una y otra vez. Por quince minutos.

   —No tenemos más tiempo para entrenarte, por eso hoy no tendrás descanso hasta que sean las nueve y tengas que ir a acostarte. Ahora recuestate en la colchoneta y hazme doscientos abdominales. Tres series de doscientos con treinta segundos de descanzo.

   —nada dura para siempre, nada dura para siempre —me repetía en la cabeza. Las horas pasaban y mi cuerpo quedaba cada vez más molido que en el ejercicio anterior, hasta que llegaron las pruebas.

Tenía que correr y escalar la malla para subir a la barra y atravesar el vacío compuesto de colchonetas. La altura era inmensa, luego de cruzar tenía que saltar los obstáculos para llegar al otro lado del galpón y volver por el mismo camino.

Ya no sentía mi cuerpo. Ya no tenía sentido común y mi vista se había nublado. Todo era negro.

Tall, dark and Handsome | Grant Gustin Where stories live. Discover now