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   —¿Cuántos eran? ¿De donde salieron? ¿Qué hacían ustedes ahí? —Interrogaba Tyler.

Sentía como mis manos sudaban y aunque las frotara contra mi ropa, estas volvían a humedecerse, al igual que mis ojos cada vez que se presentaba la oportunidad de creer que tal vez él no volvería, y que el sonido de aquella arma había acabado con sufrimientos que jamás nombró, con la ilusión de un nuevo comienzo, con la oportunidad de comenzar a querer, con la oportunidad que jamás tuvo para comenzar a creer que su vida no era sólo una misión y que también había espacio para la felicidad, un adiós a las armas de fuego, a la exposición, al sentimiento oscuro que jamás había sido consumido.

   —No lo sé, no sé quiénes, cuantos ni de dónde salieron, fue todo muy repentino, él comenzó a golpearlos, ¡es mi culpa! —comenzaba a gritar desesperada, hundiendo en la pena y en la responsabilidad quizás de una vida que jamás debió ser tomada. — ¡no corrí lo suficientemente rápido quizás! Iban a tomarme, pero él se lanzó sobre ellos, me dijo que presionara el botón y que corriera hasta la parada.

   —¿Qué hacían ustedes ahí? —volvió a preguntar Tyler, esta vez haciéndonos saber a todos los que nos encontrábamos en la sala, que estaba dolido y muy molesto. —¡Responde!

Gritó levantando su mano. Un hombre armado cuyo nombre desconocía logró detenerlo y llevárselo con palabras que podrían tranquilizarlo.

—Volverás a entrenar. Voy a prepararte sin descansar hasta que seas lo suficientemente fuerte, madura e inteligente. Que esta situación no se repita ahora recae en mis manos, y te prometo niñita, que no voy a permitir que se nos tome otra vida sólo por el resguardo de tu seguridad.

Observé a David comprendiendo que quizás era cierto.

Me llevaron hasta el camarín, donde nuevamente se encontraba la ropa con las siglas en cada prenda. "Bienvenida a la CNI" decía mi subconsciente. No podía dejar de pensar... ¿Estará bien? ¿Aún vive?

Grant no podría morir, era lo suficientemente inteligente como para dejar que eso le sucediera, no se lo perdonaría. Aún creyendo que su vida sólo es una misión y tan sólo eso, una misión, estoy segura de que él no se daría por sentado.

—Bien. Ahora quiero que lo repitas hasta que creas que tu corazón está por pararse. —observé a David de costado. A su señal, emprendía la carrera más rápida que haya podido tener mi vida.

El problema eran los obstáculos, era realmente torpe, sólo me preocupaba de que mis manos no fueran a dañarse. Realmente tonta me sentía cada vez que volvía a creer así. Intentaba imaginar a Grant en su primer día y me auto convencía de lo bueno que habría sido en comparación a mí. Un salto y punta y codo bajo las maderas. La sociedad siempre vive de lo mismo: comparandose, compitiendo, obligándome a ser mejor que el otro, pero jamás mejor que uno mismo. Arriba y escalar la muralla. Caer del otro lado para esquivar los conos y esconderse tras un alto de paja. Sacar el arma y dispararle al obstáculo. Iba a ser mejor que la de ayer, peor que la de mañana.

—¡Despierta! —gritó David —. Esto es la guerra, niña ¡mantén la cabeza en tu meta!

Trabajaba igual que una máquina, ya casi no me sentía humana. Había olvidado lo que era incluso el cariño propio, y eso era lo que siempre creí que jamás debía olvidarse.

—¡Despierta, esto no es un sueño! —gritaba a mi costado —¡Baja más!

Los brazos ahora resistían la fuerza de mi cuerpo. Una mirada fría hacia el piso y concentrada. Nada debía despistarme ahora, tan sólo un día nos separaba de la guerra final.

—Ahora eres una máquina, _____. Ya no serás una niña, ya no verás el mundo de igual manera. Dile adiós a tu secretariado, a la gente que querías, y a todo lo que soñaste. Si estas aquí, es para hacer de tu vida una misión. Nada y nadie te lo impedirá. Arriba.

Dijo sosteniendo mi brazo derecho. Observaba esa mirada fría y ya nada pasaba por mi cabeza.

Un grupo de hombres corría, había logrado verlos a través de la puerta del galpón.

—¡David! —gritó Alan, uno de los de medio mando —¡Tienen que venir, Tyler los necesita a ambos!

Seguimos al tipo de inmediato, más allá un grupo de hombres rodeaba a Tyler como si trataran de entrevistarlo o algo. "Estúpidos" pensé de inmediato.

—Silencio —ordenó —¡Silencio!

Al lograr el silencio de nuestras respiraciones, Tyler acomodó su cabello y se dirigió a nosotros.

—Bueno, ahora que todos se dignan a hacer silencio, decirles que el tiempo se nos acaba está demás. Tuvimos más tiempo del que necesitábamos y eso fue una oportunidad para planear bien nuestras estrategias, aunque fue factor importante para comenzar a recibir las malas noticias y una tras otra, una tras otra. Hace aproximadamente dos semanas y media creímos que habíamos perdido a un hombre muy importante en esta misión, ya saben, Grant Gustin. Recibimos noticias de él. Se encuentra en nuestra oficina confesando, charlando sobre todo lo que tuvo que vivir en estas dos semanas sólo por salvar la vida de nuestra compañera, que en ese entonces sólo pensaba en amor y maquillaje. No me extraña, es cosa de mujeres. Hoy es una mujer que todos hemos tenido que aprender a respetar y estoy seguro de que va a ser de mucha utilidad cuando comencemos a movernos dentro de dos días. Segundo, recibimos noticias de que algún hombre cuyo nombre se cruza por todas nuestras cabezas, aquel que había sido el señuelo de uno de nuestros amigos, ha cambiado su bando y estamos siendo perseguidos, oídos, observados. Se registraran todas sus habitaciones, artículos, ropa, lo que sea. Lo que nuestra base antes era secreta, ahora es conocida por todo el mundo. Si alguno no sabe donde está metido y quiere hundirse en conocimiento, entonces consulte la primera plana de uno de los diarios más importantes de este país. Nos estamos hundiendo, es nuestro deber mantener el barco a flote. Si quieren vivir claro.

Dicho esto, Tyler de retiró.

Tall, dark and Handsome | Grant Gustin Where stories live. Discover now