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No sé si Lauren se desmayó, o es que simplemente se quedó dormida, pero ya no respondía a mis palabras, aunque por suerte seguía respirando. No, no se había desmayado, más bien aquél antibiótico inyectado directamente en vena la había dejado fulminada. Por desgracia, la fiebre no le bajaba, seguía emitiendo ese calor insufrible, que parecía indicar que tenía unos cuarenta y tantos grados de temperatura corporal.

Me levanté de la cama y entré en el baño, perfectamente ordenado, casi milimétricamente. Tomé una toalla de mano y la metí bajo el grifo en agua fría hasta que estuvo empapada. La estrujé, quitando el exceso de agua hasta que simplemente quedó húmeda.

Lauren no tenía muy buen aspecto, y aunque yo había hecho todo lo posible por ayudarla me sentía mal por ella. Antes que por su salud, se había preocupado porque yo estuviese bien, porque me calmase y olvidase aquello por lo que había pasado.

Puse la toalla doblada en su frente, retirando algunas gotas que se deslizaban por su mejilla. Me tumbé a su lado, a una distancia prudente en la que no pudiese molestarla. La observé durante un rato, quizás más de lo que esperaba, pero no podía dejar de hacerlo. Su mandíbula, prominente y fina, bajaba para formar un cuello fino, pálido y brillante por el sudor, seguido de sus clavículas marcadas. Pocas veces me había parado a mirar a Lauren, pero era... Atractiva. Quizás, aquella coraza fría y sin sentimientos era lo que la hacía atractiva. Porque detrás de aquél muro, tenía un corazón aunque no lo mostrase. A ella le importaba, era a la única persona que le importaba.

Me levanté de nuevo y volví a remojar la toalla en agua, y la volvía colocar en su frente. Su fiebre bajaba, poco a poco, pero bajaba. La noche se hizo larga, y yo no dormí porque aunque ella me dijese que no me fuera, lo cierto era que no podía irme. Era lo único que podía hacer por ella, cambiarle la toalla varias veces y pasarme la noche en vela.

* * *

Lauren's POV

Al abrir los ojos, ya no había dolor punzante, ya no se movía nada a mi alrededor, y el malestar en mi cuerpo había desaparecido. Lo único que me dolía era el costado, aquella maldita herida que me había estado matando aquellos días.

Cuando giré la cabeza en la cama, Camila estaba allí, estaba tumbada a mi lado, acurrucada entre las mantas, se había quedado toda la noche conmigo. Me incorporé un poco quitándome la toalla de la frente, y sentí una punzada de dolor en el costado, era insoportable. Reparé en que había una taza de té en mi mesita de noche aún humeante, entonces me di cuenta de que acababa de prepararla y no había dormido en toda la noche.

Volví a tumbarme, apretando la mandíbula e intentando no quejarme, y la miré. Le aparté el pelo de la cara para poder ver su rostro por primera vez de tan cerca. Pasé las yemas de mis dedos de una manera sutil y dulce, pero los aparté rápidamente al moverse, aunque sólo fue para acomodarse un poco mejor en la cama. Quería pasar mi brazo por encima de su cintura, pegarla a mí y darle calor, pero en cambio subí la manta a la altura de sus hombros y me acerqué un poco más a ella sin llegar a tocarla.

Junto a la taza de té, había un sobre, debía ser su respuesta a mi nota. Sonreí un poco al leerla, aquella chica no se cansaba de preguntar aunque muchas veces mis formas de responder no eran las más adecuadas, simplemente porque no sabía cómo actuar ante ella.

Me levanté de la cama aunque recordaba la orden de Camila sobre no levantarme, pero me dio igual y el dolor, que aún estaba ahí, no me impedía hacerlo. Tenía que ducharme, aunque Camila iba a matarme si lo hacía, pero tenía que darme un baño o acabaría por arrancarme mi propia piel.

cielos de ceniza; camrenWhere stories live. Discover now