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Camila's POV

-¿Cómo está la espalda de Lauren? ¿Habéis vuelto a hablar? –Vero, Daphne y yo colocábamos nuestra ropa sucia en los biombos de la última planta. No queríamos darle mucho trabajo a Maggie, así que no la avisamos y lo hicimos nosotras mismas.

-Sí... El otro día vino a mi habitación, hablamos y ya. Su espalda está bien, supongo. –Sonreí encogiéndome de hombros.

Escuchamos la puerta de la lavandería abrirse, y Maddox salió de ella con un petate lleno de ropa. Al principio no reaccioné, pero él se quedó mirándome.

-¿¡Te has alistado en el ejército!? –Él asintió con una sonrisa, acercándose a nosotras. -¿¡Cómo!? –Lo miré alterada, porque no quería que él estuviese allí, no quería que corriese ningún riesgo. Pero como todos los tíos, y las chicas como Lauren, predominaba más su orgullo que cualquier otra cosa.

-Pasé las pruebas, ahora soy soldado. Mis padres se han mudado a los Caladeros. –Entreabrí los labios y no supe qué decir. Maddox, soldado. El mismo chico que no era capaz de mirar a un ciervo muerto después de matarlo.

-¡Suerte! –Dijo Daphne a mis espaldas, y él sonrió mirándola.

-Gracias, ahora tengo que irme.

*

Lauren's POV

-Hoy empezáis como soldados del Ejército de la Reserva. Tenéis que tener claros vuestros objetivos y prioridades. Tenéis que ser fuertes física y mentalmente, sólo así lograréis defender a vuestra gente. Deberéis tomar decisiones difíciles, y acatar órdenes que no os gustan, pero así es el ejército, y eso es lo que habéis elegido. –Bronco caminaba de lado a lado frente a las filas de soldados totalmente erguidos con las manos a la espalda; entre ellos Maddox. Aquellos chicos y chicas no sabían muy bien a lo que se enfrentaban, porque lo que les había tocado conmigo iba a llevarlos a su extremo. –Para la parte física, la Sargento Clearwater os preparará e instruirá a través de un entrenamiento duro y minucioso.

-El que esté asustado ahora que dé un paso adelante y salga corriendo de esta Sede. El que sea valiente para aceptar esto, que se quede en su sitio. –Nadie se movió, y los miré con las manos a la espalda. –Vais a correr hasta vomitar sangre, vais a tener yagas en las manos y los pies que no pararán de sangrar hasta que termine el entrenamiento. Vais a luchar hasta que vuestros pulmones se quemen, vais a tener los músculos hechos papilla, y entonces, cuando estéis hechos una mierda, estaréis preparados para salir ahí.

-Ya habéis escuchado, os dejo con ella. –Todos se quedaron en la misma posición. Bronco me miró y agachó la cabeza para despedirse, saliendo del patio.

-Todos a correr, ya. –En ese instante, todos empezaron a correr menos Maddox, que se acercó a mí con el rostro preocupado.

-Pero, Lauren, yo superé las pruebas físicas. –Mi mirada lo intimidaba tanto que tragó saliva.

-Primero, soy tu superior, mi nombre es Sargento Clearwater. Segundo, todos aquí han superado las pruebas físicas. Tercero, ni se te ocurra volver a desobedecer una orden o estás fuera. A correr. –Tensé la mandíbula y él dio unos pasos hacia atrás, comenzando a correr lo más rápido posible.

Miré el reloj, al menos cuarenta y cinco minutos corriendo quedaban por delante. Los miraba, algunos a los quince minutos ya flaqueaban pero se quedaban al final. Media hora, Maddox ya casi no podía con sus piernas, y hacía muecas de dolor.

-¡¡VAMOS MADDOX!! ¡Las piernas arriba el cuerpo recto! –Él no me hacía caso, estaba cansado, pero yo no iba a parar hasta que volviese a correr rápido. -¿ESO ES LO QUE QUIERES, SER ESCORIA COMO TODOS LOS DEMÁS? ¿O QUIERES SER EL MEJOR, MADDOX? –Gritaba siguiéndolo mientras corría, y él buscaba algo de aire para seguir. -¿ERES UN HOMBRE O ERES UN NIÑO MALCRIADO QUE SÓLO SE HA METIDO AL EJÉRCITO POR LA TÍA QUE LE GUSTA?

cielos de ceniza; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora