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Lauren's POV

El ascensor se abrió en la planta de los novatos; escuché los gritos, las risas de los admitidos por todo el pasillo. Las chicas hablaban con una sonrisa de oreja a oreja, mientras que los chicos daban carreras de un lado a otro.

Llegué hasta la puerta de la habitación de Camila y llamé tocando dos veces con los nudillos. Esperaba que hubiese aprobado, estaba casi segura, pero me asustaba que esa pequeña posibilidad de suspender aparecieran.

Camila abrió, y al verme rodó los ojos dando un portazo de nuevo. Me cerró la puerta en las narices, de un golpe. Parpadeé unos segundos, no sabía muy bien qué estaba pasando. ¿Había suspendido y por eso estaba así? ¿O es que quizás yo había hecho algo de lo que no me había dado cuenta?

Se me pasaron mil cosas por la cabeza, y aunque quería volver a llamar, me contuve. Si me había cerrado así es por algo, así que me separé de la puerta y volví al ascensor. Me sentía mal, nunca me había sentido así por alguien, era como sí... ¿Me hubiesen roto el corazón por primera vez? Quizás, porque mis relaciones duraban tres meses, ellas achacaban que era demasiado seria, que les faltaba algo. A mí, en realidad, me faltaba todo.

Entré en la cafetería y vi a Bronco y Beeck, estaban hablando con jarras de lo que creía que era cerveza en la mesa, y me senté al lado de Beeck quedándome en silencio.

—¿Qué te pasa? —Preguntó Bronco dándole un sorbo a su jarra de cerveza, sonriendo un poco.

—Las chicas son extremadamente complicadas. —Murmuré negando, y Beeck se echó a reír levantando la mano para pedir otra jarra de cerveza para mí. —Estoy de servicio.

—Vaya. —Gruñó él con el ceño fruncido, dejando su jarra en la mesa. —¿Qué ha pasado?

—Seguro que alguna le ha pedido que la deje preñada. —Dijo Bronco en tono satírico, comenzando a reírse con Beeck y yo negué con el ceño fruncido.

—Me gustaba una chica y... Ella se ha enfadado conmigo. —Apreté las yemas de los dedos en el metal de la mesa, y ellos se quedaron mirándome con el ceño fruncido.

—Algo habrás hecho. —Beeck torció los labios encogiéndose de hombros.

—Ese es el problema, que no he hecho nada. Si casi ni nos vemos. —Ambos se quedaron en silencio sin saber qué decirme, pero tampoco buscaba una explicación urgente. Tarde o temprano, Camila tendría que hablar conmigo.

* * *

Los carros con piedras subían calle arriba del condado, y es que la reconstrucción del Bosque estaba siendo más dura de lo que pensábamos. Los soldados más fuertes y con menos experiencia, es decir, los novatos, ayudaban a construir de nuevo las casas que los rusos habían quemado. Algunas, como las de Camila, permanecían intactas teñidas de negro al ser de piedra. Otras, como la gran mayoría, habían acabado reducidas a cenizas.

—Vamos, tenemos que terminar rápido. —Dije desde mi posición, caminando lentamente observando cómo colocaban las piedras con mezcla encima para que se sujetasen bien unas con otras.

—Sí, Sargento. —Respondieron todos a la vez, y por el rabillo del ojo vi a un chico salir del bosque con un saco colgado a la espalda.

—¡EH! —Grité alzando el arma. Él giró la cabeza, y entonces vi que tenía aquella camisa de lino casi amarillenta manchada de sangre en el brazo. Bajé el arma. —Deja la bolsa en el suelo. —Dije acercándome a él, que se puso de rodillas como pudo.

Abrí la bolsa, llevaba un conejo, manchado de sangre al igual que su brazo, pero estaba muerto. El chico estaba a punto de llorar, y se llevó la mano al brazo que tenía manchado de sangre.

cielos de ceniza; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora