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Lauren's POV

Los pasillos de la Sede se me hacían largos, a veces estrechos y claustrofóbicos. Las paredes blancas y lisas nos acompañaban por todo el camino; tras de mí cien soldados que acababan de terminar otro día más de entrenamientos.

El murmullo se oía a mis espaldas, voces enredadas y casi turbulentas algunas más graves que otras, voces de chicas y chicos que se mezclaban formando aquél barullo. Entre aquellas conversaciones, pude escuchar la voz de Maddox a mis espaldas.

-Ni siquiera sé para qué sirve llevar un saco durante tanto tiempo... -Paré en seco, y en ese momento los pasos de los soldados dejaron de escucharse. Me di la vuelta sobre mis talones y lo miré de forma directa a los ojos. Maddox tragó saliva.

-Hace un mes tuve que llevar a una chica a cuestas durante dos horas a través del bosque. Estar en el ejército no siempre significa luchar para proteger, significa cuidar para proteger. Estar en el ejército es sacrificio, y si no te gusta estás a tiempo de coger la puerta. –Apreté la mandíbula con una mirada seria y penetrante, hasta que volví a levantar la mirada. –Todos a las duchas.

Los soldados salieron del pasillo a paso ligero, ya sin ese murmullo que había antes de que parase para ponerle los puntos sobre las íes a Maddox. Me tenía harta. Podría arrancarle la tráquea con la mano y ni siquiera me inmutaría. ¿Quién cojones se creía que era aquél niñato? ¿Creía que tenía derecho a alzarme la voz sólo porque era amigo de mi novia? Y una mierda.

Salía del pasillo cuando de repente vi a Bronco y a Willa hablando entre sí. Al toparse conmigo abrieron los ojos, pero yo no sabía muy bien qué hacía ella aquí y qué hacía hablando con mi superior. Él no sabía nada.

-Sargento Clearwater, tenemos que hablar. –La voz de Bronco parecía más seria de lo normal.

En un principio temí incluso por mi vida. ¿Willa y Bronco juntos? Bronco la habría amenazado para que se lo contase todo, y entonces yo sería la desertora y a la que matarían a base de tortura durante días. Pero no podía ser eso, porque entonces Willa no estaría allí; estaría esposada en los calabozos.

Los seguí hasta la sala de interrogatorios, sentándome en la mesa; pero ellos negaron al verme con las manos cruzadas.

-Esto no es un interrogatorio. –Me levanté rápidamente mirándolos a los dos, escuchando la voz de Bronco. –Soy uno de los vuestros. –Dijo en voz más baja, mirando a los lados.

-Y yo vengo a advertiros. –La mujer se acercó a mí cruzando los brazos. Sus labios apretados y arrugados, los ojos negros y aquella camisa negra al igual que la de Bronco. Eran dos rangos superiores al mío. –Hay una guerra. –En cuanto sus labios pronunciaron aquellas palabras me tensé irguiendo mi espalda y sintiendo cómo el vello se me ponía de punta hasta la nuca. –Ha empezado en el norte del Caladero este. –Miré a Bronco que simplemente enmudeció.

-En la capital. –Me atreví a decir. En el antiguo Washington DC, allí había empezado toda aquella revuelta.

-Los rusos han estallado y quieren tomarla para controlarlo todo. La guerra es inminente. –Los ojos de Willa clavados en los míos declaraban muertes.

*

Llamé a la puerta de Camila con dos simples toques, mirándome la punta de las botas. Decirle aquello me iba a doler a mí más que a ella. Aquellos segundos en los que escuché la puerta abrirse se me hicieron eternos, pero lo más duro fue ver aquella sonrisa radiante tras la puerta.

-Hey, pasa. –Camila abrió la puerta algo más para que entrase. Puse un pie dentro, viendo que encima de la mesa tenía un libro bastante ajado con las hojas amarillentas y las puntas hacia arriba. –Siéntate. Aunque, bueno... -Señaló la cama. Su habitación al ser recién admitida sólo tenía una cama, un escritorio y el baño.

cielos de ceniza; camrenWhere stories live. Discover now