27. Pagando el alquiler

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El sol se asoma por la ventana e intento cubrirme con la frazada, pero el brazo del dormido de Camilo me lo impide. No queda otra que empujarlo de la cama.

―Auch ―se queja al caer.

―Lo siento bello durmiente, pero la manta es mía. ―Me cubro mientras me río.

―Eres incorregible. ―Escucho que agarra su ropa para vestirse y yo continúo acurrucada entre las sábanas―. Deja de dormir. ―Se acerca y me hace cosquillas.

―Ja, ja, eres idiota, ja, ja ¡Para! Ja, ja. ―Se detiene―. ¡Uf! De acuerdo, pásame la ropa.

―Hasta para levantarte eres vaga, ¿eh? ―Sonríe y me entrega lo que le señalo.

―Gracias. ―Lo observo mientras se va al baño y rato después oigo el timbre―. ¿Quién es? ―Termino de ponerme la ropa faltante y me levanto acercándome a la puerta.

―El dueño. ―Alejo mi mano de la manija al escucharlo.

¡Aún no tengo el dinero!

―Un momento. ―Me giro y me pongo a buscar por toda la casa, quizás encuentre algo, aunque con todo este desorden...

―¿Qué pasa? ―Sale mi chico tatuado del baño.

―Viene a cobrar ―exclamo preocupada y sigo rebuscado.

Camilo se queda mirándome un rato y luego se acerca a su mochila sacando dinero de allí.

―¿Qué haces? ―Lo miro confusa.

―Toma. ―Alza la mano.

―¡¿Por qué tienes tanto dinero en tu mochila?! ―Me sorprendo.

―No digas estupideces, no es tanto ―dice avergonzado―. Y es...

Me doy cuenta.

―No puedo aceptarlo.

―¿Por qué? Luego me lo devuelves.

―¿Son los ahorros para la motocicleta, cierto? Una vez me dijiste que guardabas cada parte en diferentes sitios.

―Tuviste suerte, hoy los guardé aquí, tómalo ―insiste.

―No, pero nunca llegarás si me das esto a mí.

―Qué importa, ya veré cuándo llego, tengo toda una vida para alcanzar esa meta, vamos, agárralo. ―Mueve la mano.

Oigo golpear la puerta y termino aceptando.

―Juro que te lo devolveré.

Me giro y le entrego el dinero al hombre.

Estoy embarazada ¡¿De quién?! #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora