88. Sentimiento cálido

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Al fin Nicolás reacciona e interfiere entre Máximo y Camilo.

―Con la violencia no llegamos a nada, por favor ―exige a ambos.

―Tú no te metas, traidor. ―Su hermano se enoja y empuja al tatuado para zafarse de su agarre―. ¿Qué pasa, señor delincuente, no vas a hacer nada? ―Con solo esa palabra Camilo no reacciona y Máximo se gira para irse.

―¡Escúchame! ―Nicolás lo sigue.

―¡No me interesa escucharte! ―Su hermano lo evita, se sube a su auto y se va de allí, sin darle ninguna oportunidad a Nico para dejarse explicar.

―¡Maldita sea! ―maldice el rubio preocupado y yo me acerco hasta él.

―En vez de preocuparte por lo que dijiste sobre él, creo que me debes más una disculpa a mí. ―Ya he dejado de llorar, pero mis ojos me arden.

Se gira a verme y frunce el ceño ¡Nunca me había mirado de esa manera! Se supone que soy yo la enfadada, no él ¡¿Con qué derecho me observa así?!

―Cuando dejé de estar enojado contigo hablamos. ―Se gira y lo detengo.

―¡¿Disculpa?! Creo que lo que yo dije, no se compara con lo que tú hiciste.

¡Maldición! Nunca había discutido con Nico y duele, duele como la muerte.

Se suelta y me mira otra vez.

―No comparto las formas de Máximo para evitar... ―Se detiene―. No puedo decirte por qué, pero te aseguro que no lo hace con mala intención.

―¡Ja! ¡¿Es una broma?! ¡¿Todavía lo defiendes?! No puedo creerlo. ―Bufo.

―Lo defiendo porque si no lo hago ¿Quién lo va a hacer? No tiene a nadie de su lado y acabas de arruinar la única relación de confianza que tenía.

―¡¿Qué estupidez es esa, Nicolás?! ¡Es Máximo de quien estamos hablando! ¡No hay justificativos para lo que hace y tú lo sabes bien! ¡¿Sino por qué has estado hablando mal de él a sus espaldas?!

―Intentaba alejarte de él, que no cambiarás de opinión.

―¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! No tiene lógica lo que dices.

―No puedo decirte ¡Olvídalo! Yo me largo. ―Se gira para irse.

―¡Nicolás! ¡Regresa aquí! ¡Explícate! ¡Nicolás! ―grito, pero no me hace caso. Mis lágrimas caen de nuevo―. Nicolás... regresa, Nicolás... Nicolás no me odies. ―Me tapo la cara y sigo llorando.

―Carina... ―Oigo la voz de Camilo detrás de mí.

Me giro y lo miro.

―¿Q... ¿Qué?

―Sentía que no debía interrumpir, sin embargo necesito saber algo. No sé muy bien qué ocurre porque llegué tarde, pero al parecer él hizo algo malo, ¿por qué lloras entonces, no deberías estar enojada?

Camilo tiene razón, pero...

―Me gusta... ―Continúo llorando―. Me gusta demasiado.

Veo como Camilo presiona su puño y un gesto de celos se apodera de él.

―Lo sabía... ―Bufa pronunciando a lo bajo y enojado, quitando la vista de mí. Respira con frustración, se aguanta la molestia―. ¡Maldita sea! ―Golpea con sus dos manos la pared y se queda ahí tildado en sus pensamientos.

Yo doy un salto del susto, no debí haber dicho eso. Observo como se gira para irse en dirección contraria a la mía, entonces me doy la vuelta para continuar llorando. Hasta que de repente aquellos brazos tatuados me rodean estando yo de espaldas hacia él, así que quedo aturdida.

―Ca... ¿Camilo? Creí que...

―¿Cómo iba a irme? Mis celos pueden esperar, no puedo dejarte sola en este momento.

―Debiste hacerlo. ―Continúo llorando.

―Si haría eso me odiaría a mí mismo, por abandonar a la persona que más me importa en este mundo.

Ahí es cuando caigo en la cuenta de que Camilo es la única persona en la que puedo confiar, me da ese sentimiento cálido que necesito, se queda conmigo de manera incondicional. 

Estoy embarazada ¡¿De quién?! #2Where stories live. Discover now