CAPÍTULO 9

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Human – Christina Perri

Lauren's POV

—Oh, vamos, no me jodas. —La voz del mêtre sonaba en la cocina, mientras yo me colocaba mejor el delantal.

Desde que Camila me confesó que le gustaba otra persona no volví a plantearme eso de poder ser algo con ella, porque de hecho era imposible. Así que mi cabeza dio un vuelco y asumí que Camila era simplemente mi amiga, nada más. Me fue tan fácil quizás porque no sentía nada por ella, sólo aquella ilusión porque alguien me quisiese, pero nada más.

En otras noticias, mi padre encontró un trabajo como contable en una oficina. Pensaba que no tenía que ir a trabajar, pero qué va. Ese dinero era enteramente para él, yo tenía que seguir pagando los gastos de la casa y el piso y los gastos de Chris.

—Lauren, quítate el delantal. —Major me señaló con el rostro preocupado.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —Me quité el delantal con el ceño fruncido y miré a la cocina. Michael estaba de espaldas picando verdura, y se giró para mirarme algo aturdido.

—Tienes que suplir a Chad, se ha roto la muñeca y no puede venir. Así que ponte un pantalón y una camisa, ¿oído? —Asentí rápidamente dejando el delantal encima del fregadero.

—Oído.

Miré por última vez a Michael antes de salir y le sonreí para dejarlo más tranquilo. Sabía que a mí me daba algo de reparo estar frente a la gente, pero no quería que se preocupase por nada.

Me cambié, me puse un pantalón negro, la camisa blanca y me cambié los zapatos a unos algo más elegantes que aquellas zapatillas deportivas para fregar platos.

El mêtre se llamaba Gregor. Era alto, siempre con la barbilla alzada y parecía estar extremadamente recto. Cuando digo extremadamente recto es que parecía que su columna vertebral era una barra de acero que le impedía doblarse.

—Bien, ¿sabes cómo funciona esto? —Miré la carta que tenía entre las manos e hice una mueca.

—Más o menos.

—Tomas el pedido y lo llevas a cocina, lo cantas y preguntas si lo han oído. Estas serán tus mesas. —Señaló los números 2, 6, 4 y 8 en el papel que llevaba en la carta, y suspiró cerrando los ojos.

—Por favor, no metas mucho la pata. Si tienes dudas sólo me preguntas, estaré aquí.

—Vale.

La gente era agradable, aunque me seguía dando miedo eso de no serles del todo simpática pero sin excederme. Una cosa que me servía para trabajar de aquella manera era que lo entregaba todo, y en cuanto me dieron un poco de confianza comencé a trabajar como una camarera más, no como aquella camarera suplente.

—Marchan dos. Unos raviolis carbonara y unos ñoquis boloñesa. —Dije mirando el papel, pero nadie me contestó.

—Canta la comanda, no la susurres. —Me dijo Major que se aseguraba de que todo iba bien en sala. —Pregúntales si lo han oído y habla más alto.

—Marchan dos. Raviolis carbonara y ñoquis boloñesa. ¿Oído? —Miré a Michael, Major y Ashley.

—Oído. —Gritaron los tres.

Cuando salí y vi que la mesa 6 estaba ocupada pensé que aquello no podía estar pasando. La mesa 6 constaba de asiento para 10 personas, y en cada asiento estaba mi peor pesadilla durante seis años; mis antiguos compañeros de instituto.

Sentí un golpe en el hombro que me zarandeó, era Gregor mirándome como si fuese estúpida y me hubiese quedado paralizada en mitad del servicio.

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now