CAPÍTULO 13

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Headlights — Robin Schulz

Lauren's POV

Entramos en el bar y al principio mis ojos no vieron a nadie. Tanta gente con cervezas en la mano, mesas de billar y palos en medio impedían que viese a Camila. El bar estaba rodeado por ventanas que daban a la calle y eran bastante grandes. Abajo, tenían unos pequeños bancos tapizados en verde para que la gente pudiese sentarse mientras jugaba al billar. Y ahí estaba sentada Camila, observando cómo en la barra su novio pedía algo con dos chicos más. Alrededor de la mesa de billar, Dinah y dos chicas más que yo no conocía.

—La chica del sin cuello está aquí. Lauren, vámonos. Va a rajarme en dos. —Decía Michael entre dientes, pero no paramos de caminar hasta que llegamos a donde estaban ellos.

—¡Has venido! —Camila saltó de su asiento para acercase a mí, y cuando llegó a mi lado se quedó mirando mi labio y mi ojo. Apretó los labios y me cogió de la mano. —Ven, traje el botiquín. —Ella levantó la mirada a Michael y abrió un poco la boca al verle. —Oh, hola. Soy Camila. —Extendió la mano para saludarlo. Michael la estrechó con una sonrisa algo forzada, asintiendo.

—Michael.

—Tú eres el chico al que Nela le gritó en la fiesta, ¿verdad? —Entrecerró los ojos y volvió a cogerme de la mano.

—Si por Nela te refieres al sin-cuello... —Camila estalló en una carcajada, y él me miró sorprendido de que se riese, si supuestamente eran amigos.

—Sí, es bastante gilipollas. Ya le hemos dicho un par de veces a Dinah que lo deje. —Volvió a coger mi mano y me llevó con ella a través de la gente, hasta llegar a un sitio más apartado cerca de los baños. Me senté en aquél banco verde de la ventana, y ella se sentó en una silla frente a mí.

—No quiero molestarte. —Dije en voz baja. Apreté los ojos agachando la cabeza, porque las patadas en la entrepierna habían hecho que las punzadas de dolor al sentarme o andar me recorrieran toda aquella zona.

Camila miraba en su botiquín, buscando algo con lo que curarme.

—Estudio medicina. ¿Sabes qué significa? —Con un pequeño algodón comenzó a rozar un algodón cargado con alcohol en mi labio. Cerré los ojos de golpe, pero dejé que ella siguiese haciéndolo. Negué a su pregunta. —Que me encanta hacer esto.

—¿Trabajas en un hospital? —Camila asintió dándose la vuelta para sacar algo del botiquín, dejándome allí con el labio medio abierto y un dolor horroroso.

—Hago las guardias. Ya sabes, prácticas. —Comenzó a colocar unas pequeñas tiras blancas encima de mi labio, que apretaban una parte contra otra. —Tengo que hablar contigo, ¿sabes? —Tragué saliva en ese instante. Cuando alguien me decía eso casi nunca era nada bueno.

—¿Sobre qué? —Apretó la última tira sobre mi labio y bajó las manos mirándome con el gesto serio.

—¿Por qué vienes una semana sí y otra también con golpes? —Murmuró acercándose a mí, cogiendo una pequeña bolsa de plástico que tenía un líquido azul dentro. Luego empezó a moverla entre sus manos.

—No lo sé. —Colocó la bolsa totalmente congelada en mi pómulo, y luego me miró algo seria. —¿Puedo preguntarte algo? Ya que sabes de medicina y...

—Claro. —Asintió mirándome a los ojos.

—Esto te va a sonar estúpido y eso pero... —Suspiré apretando la mano, tragando saliva. —¿Los golpes en la entrepierna duelen igual a mujeres que a hombres?

blue nighttimes; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora