CAPÍTULO 11

35.6K 2.5K 1.3K
                                    

The Chain — Fleetwood Mac

Lauren's POV

Nunca me había puesto algo que se semejara tanto a un traje. Nunca me habían dado tantas indicaciones para una simple fiesta, pero según había dicho Gregor era importante. No sé de qué se trataba, tampoco teníamos que saber mucho. Las únicas indicaciones que nos dio a los camareros fue que siempre le diésemos la razón al cliente, que ofreciésemos la comida con sutileza y nada de meter platos en la cara de los comensales. Esto no era ese simple restaurante.

Había un autobús en el que subíamos todos los camareros y cocineros; apenas eran las 6 de la tarde y ya íbamos de camino a la zona de celebración. Michael se sentó a mi lado, parecía gustarle aquella camisa. Él había trabajado dos veces como camarero, en cambio yo simplemente una vez. Una vez que me había bastado para ganarme la confianza de Gregor.

—¿De verdad crees que me queda bien la camisa? —Se pegó las manos al pecho con un suspiro. Despegué la mirada de la ventana y lo miré a él con el ceño fruncido.

—Claro que sí. Además, no se te verán los tatuajes de los brazos si es lo que tanto te preocupa. —Miré sus dedos y se había maquillado los tatuajes que tenía en ellos. Además, llevaba el pelo bastante bien peinado para lo que solía ser él.

—Está bien.

Volví a mirar por la ventana, y es que la fina lluvia caía sobre Toronto como si quisiera clavarse en los cristales sin que nos diésemos cuenta. De esa forma fina, sutil y delicada en que comenzaba a llover en primavera y unos minutos después aparecía el sol para formar un arcoíris. Mi madre decía que esa lluvia sólo era 'para ensuciar', y que si llovía, que lloviese bien.

Y llovería bien, porque estábamos en pleno noviembre.

Abrí los ojos al ver el desvío que tomaba el autobús porque me sonaba demasiado. Michael miraba el móvil con el ceño fruncido, así que no iba a preguntarle nada. Además, tampoco salía mucho de la ciudad como para poder decirme si ese camino podía llevar a diferentes sitios.

Volví a mirar a la carretera, al cielo totalmente negro, preparándose para soltar una de las tormentas más grandes que había visto Toronto, o al menos eso parecía. Pero la tormenta acababa de empezar para mí.

Estábamos entrando en la urbanización en la que vivía Camila, y yo me estaba removiendo en el asiento de nervios. No, no podía ser. ¿Cómo se podía dar esa coincidencia? Iba a morirme de verdad si resultaba que íbamos a casa de Camila.

Por suerte pasó la puerta de su casa, aunque Gregor se levantó y nos miró a todos desde delante.

—Chicos, ¿alguna duda con lo que tenéis que hacer?

—No. —Respondimos al unísono.

Salimos del autobús con los paraguas, porque la tormenta comenzaba a caer fuerte sobre la ciudad. Nadie se escapaba, ni siquiera los más ricos.

—¿Dónde vas, Lauren? —Iba justo a entrar en la casa que estaba al lado del autobús. —Es la número 153. J o d e r. Estaba jodida, pero bien jodida. Aunque yo había visto a Camila trabajar casi desde que la conozco, esto no era lo mismo ni por asomo. Pero bueno, parecía una persona sin prejuicios, y eso estaba bien, ¿no?

Caminé con Michael hacia la puerta de casa que estaba abierta para nosotros. Se suponía que la fiesta iba a ser en el jardín, pero la que estaba cayendo era brutal.

—Pasad por aquí. —Un señor bastante alto, vestido casi igual que nosotros pero con un chaleco negro nos condujo a través de la casa hasta llegar al jardín. Al parecer, el jardín estaba cubierto por una enorme cristalera, y allí se encontraba todo listo para que empezásemos a preparar el cáterin.

blue nighttimes; camrenOnde as histórias ganham vida. Descobre agora