CAPÍTULO 32

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Stay — Rihanna

Lauren's POV

Pocas veces me levantaba en paz, porque mi sueño siempre era interrumpido por gritos, un portazo, el llanto de mi hermana o arañazos en la cara. Pero desde que conocí a Camila, en ocasiones dormía en su casa, o en su cama. De alguna forma, renovaba las energías que una persona normal ganaba durmiendo, pero que yo lo único que hacía mientras dormía era empeorar.

Ese 25 de diciembre abrí los ojos somnolienta, dolían porque yo quería seguir durmiendo. Lo primero que vi fue, sinceramente indescriptible. Camila sostenía a Rachel entre sus brazos, dándole un suave beso en la cabeza. Estaba despierta, y miraba a Camila con la boca abierta, que le sonreía un poco. En la esquina de su habitación, justo enfrente de su cama, había un árbol de navidad, con luces de todos los colores brillando, parpadeando.

—Hey, por fin te despiertas. Estábamos esperándote para abrir los regalos.

—¿Qué? —Camila dejó a mi hermana en la cama, que se echó encima de mí para abrazarse a mi cuello.

—Toma, antes, tomaremos chocolate con nata y canela. —Cogió dos tazas y, aún aturdida, me senté en la cama, apoyando la espalda en el cabecero. Rachel jugueteaba entre las sábanas, cogiendo entre sus manitas el biberón que le puso Camila entre las manos. —El suyo lleva cacao en polvo, no es chocolate. —Bebí de la taza, y la punta de mi nariz se hundió en la nata, haciéndome quedar con toda la cara llena. Camila se rio, y con una mano en mi nuca empezó a besarme para quitar la nata. —Feliz Navidad. —Dijo con una sonrisa al separarse.

—Feliz Navidad, Mila. —Le dije chocando mi taza contra la suya.

Terminamos las tazas de chocolate, y ella insistía en que teníamos que abrir los regalos. Rachel se sentó en el suelo y comenzó a abrir cajas con nuestra ayuda. Le dije a Camila que no era necesario, pero me tapó la boca con varios besos y siguió pendiente de mi hermana. Entre todos los juguetes, Camila sacó una caja para mí. Yo no sabía ni qué decir.

—Ábrelo, vamos. —Me sentó en la cama y me acercó la caja, parecía bastante pesada.

—Camila, yo... No tengo un regalo como este. —Dije levantando la mirada, algo apesadumbrada. Ella sonrió negando, sentándose a mi lado con el cuerpo girado hacia mí.

—Ábrelo, quiero ver tu reacción. —Bajé la mirada a la caja y pasé los dedos por encima del papel.

Comencé a romperlo por los bordes con cuidado, rasgándolo hasta que se rompió, y tiré de él, dejando ver la caja de un ordenador portátil. Mi corazón dio un vuelco, quizás porque nunca había tenido uno de esos, y parecía tan moderno... Buah, ahí se tenía que escribir de una forma maravillosa. Sin perder papeles, ni guardar en carpetas. Todo ahí. La miré a ella con los labios entreabiertos, y parecía más emocionada que yo.

—Podrás escribir ahí, podrás descargar música, ver series en tu tiempo libre, no sé, lo que hace la gente normal. —Se quedó en silencio e hizo una mueca. —No quiero decir que tú no seas normal, pero...

—No puedo aceptarlo, Camila.

—¿Qué? ¿Por qué? —Hizo un pequeño puchero casi sin querer, y me pasé las manos por la cara aturdida.

—Porque no tengo un sitio donde estar con el ordenador. No tengo... No tengo privacidad. Duermo con mi hermana, y mi habitación es una cuna y una cama supletoria de un hostal de Nueva York. Si me llevo eso a mi casa, mi padre lo venderá. —Dije poniéndolo de nuevo sobre sus piernas, y Camila bajó la mirada algo triste.

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now