CAPÍTULO 28

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Down By The River - Milky Chance

Camila's POV

Aún no me podía creer que aquello estaba pasando de verdad. Tenía el sabor de Lauren en mi boca, tenía el olor de su camiseta en mi nariz, y el tacto de sus manos en mis muslos. Era tan posesiva en su manera de actuar que me atraía de una forma bestial. Habían pasado tantas cosas aquella noche que mi cabeza era un volcán a punto de explotar.

Entré en el jardín y me di cuenta en ese momento que mis pies dolían de una manera terrible. Parecía tener gofres en vez de pies, se me iban a desintegrar si no me los quitaba en ese mismo momento. Otro factor a tener en cuenta era que mis padres se despertarían si me escuchaban andar por los pasillos con tacones.

Como pude e intentando que aquél pequeño mareo que tenía, provocado por el alcohol, no me afectase, me apoyé en la pared de la entrada antes de entrar a la casa. Me quité el tacón derecho y apoyé el pie en el suelo, y luego me deshice del otro. Volví a coger el bolso y con los dos tacones en las manos.

Madre mía, abrir la puerta era un desafío extremo en aquellos momentos. Conseguí encajar la llave en la puerta con una sola mano, y abrí con cuidado, cerrando a mi espalda. Necesitaba beberme una botella entera de agua, así que caminé a la cocina mirando al suelo para no tropezarme con nada que estuviese por allí. El parqué crujía bajo mis pies, hasta que levanté la cabeza y vi que la luz de la cocina estaba encendida, y mi madre en mitad de ella con un trozo de pastel en la mano.

Yo la había pillado a ella y ella me había pillado a mí. Qué trágico.

—¿¡A esta hora llegas!? —¿Creéis que no es posible gritar en voz baja? Bueno, pues ella lo hizo. Levanté la mirada y miré el reloj de la cocina. Joder, las siete de la mañana del domingo.

—¿Qué pasa? —Susurré caminando hasta la mesa, dejando el bolso y los tacones encima. —Como si tuviese dieciséis años.

—Perdón, me queda muy lejos eso de volver a las siete de la mañana. —Caminé hasta la puerta de la nevera y la abrí, cogiendo una de las botellas de agua que había en el estante inferior. Cuando me di la vuelta, mi madre estaba mirándome con los ojos entrecerrados. —¿Qué te ha pasado en los labios? —Desenrosqué el tapón, comenzando a beberme la botella entera antes que responder a esa pregunta. —Los tienes hinchados. ¿Quieres que te eche cremita?

—No, mamá. —Mi sonrisa era tan forzada que casi me dolía intentar no reírme. ¿Cómo podía ser tan ingenua? Iba a cumplir veintidós años, por dios, era una persona adulta con... Necesidades.

—¿Entonces? ¿Vas a dejar eso así? Como te haya picado algo y se te ponga peor... —Se acercó a mí poniendo las manos en mi cara, y resoplé, comenzando a reírme, apartándome de ella. No podía parar de reír, era inútil que me ocultase. —¿Qué? ¿De qué te ríes?

—No preguntes más. —Sonreí pasándome el dedo por la comisura del labio para limpiarme el pintalabios.

—Oh dios mío. —Me alejé de ella cogiendo los tacones y el bolso con una mano, y la botella de agua en otra.

—Mamá, veintiuno. Tengo veintiún años. —Me quedé de espaldas en la puerta de la cocina, mirándola a ella con un suspiro.

—Camila, no habrás hecho nada más, ¿verdad? —Rodé los ojos negando, mordiéndome el labio inferior.

—No, mamá.

—Aun así, espero que no haya sido con un desconocido. —Me señaló con el dedo, y no pude evitar reírme dándome la vuelta para salir de la cocina.

blue nighttimes; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora