CAPÍTULO 43

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Normani's POV

El suelo del gimnasio estaba temblado, tibio. Quizás por los veintitrés grados constantes que hacía allí. Pegué las plantas de mis pies delante de mi cuerpo y me incliné hacia adelante, soltando un hilo de aire entre mis labios.

Necesitaba relajarme, después de lo que pasó hace unos días con Dinah estaba mal. Mal porque la llamaba y ella no respondía, pero yo quería pedirle perdón. Lo que hice sólo me hacía sentirme peor persona, quería castigarme a mí misma cada segundo del día por lo que había hecho, me lo merecía. Me merecía lo peor, una amiga nunca hace eso.

Me levanté del suelo y miré el espejo, miré mi cuerpo. Miré mis muslos, los de Camila eran más bonitos, más delgados. Me gustaría no tener estos pensamientos de nuevo, estaba mejor, pero lo de Dinah me había dejado hecha polvo.

Aquél gimnasio era bastante grande, quizás fuese el mejor de Toronto. Tenía tres plantas, y una de ellas llena de espejos y barras para ballet. Echaba de menos bailar, echaba de menos las clases, mis puntas, los recitales... Pero no echaba de menos esa yo. Ese periodo de tiempo fue como si el infierno viviese en mí. Ahora estaba estable, sólo tenía estos pensamientos negativos en la cabeza, pero esos años de mi vida pensaba en que el mundo estaría mejor sin mí seriamente. Intentaba ser perfecta, intentaba ajustarme a todas, intentaba ser una persona que yo no era.

Intenté hacer un pirouette, pero en la segunda vuelta caí al suelo, y di un golpe contra el parqué, frustrada. Me quedé en el suelo con los ojos vidriosos, porque ya ni lo que más me gustaba hacer me quedaba.

—Wow, si yo hiciese eso me habría partido la pierna al segundo. —Me limpié las lágrimas y sonreí un poco, soltando una risa al final por las palabras de Calum.

—¿Qué haces aquí? —Él apretó los labios y sonrió.

—Trabajo aquí. —Llevaba una camiseta de manga corta azul con el logo del gimnasio. —¿Qué te ocurre?

—Dinah. Me porté muy mal con ella el otro día, no debería hacerlo. —Sacudí la cabeza y lo miré con una sonrisa torcida. —Me siento tan mal... —Sollocé de nuevo, pasándome dos dedos bajo el ojo para limpiarlo. —Siento que todo lo que hago me lleva a ser todo lo que... Todo lo que era hace unos años.

—¿Quieres entrenar conmigo? —Se levantó del suelo y me tendió la mano. Yo la sujeté y con un solo impulso que me dio me puse en pie. —Te vendría bien.

—No traigo dinero en efectivo para pagarte. —Dije calzándome mis zapatos, y Calum hizo una mueca extraña.

—¿De verdad crees que te cobraría? —Me agaché para atarme las zapatillas, y luego me levanté.

—No tienes que hacerlo, tienes clientes con los que ganar dinero. —Calum suspiró, señalando las escaleras que subían a la primera planta.

—Hay cosas más importantes que el dinero, ¿no crees? —Subía las escaleras de dos en dos, y yo intentaba seguirle el ritmo.

—¿Eso es una indirecta? —Mi padre era socio del padre de Camila. Él producía el pescado, y mi padre era el dueño de una planta de envasados, así que se asociaron y mi padre le proporcionó el método de envasado. Botes, latas, al vacío, etc.

—No. ¿Por qué? —Llegamos arriba, yo casi sin aliento aunque lo disimulé bien. Era verdad, Calum no sabía nada de mí en ese aspecto, y eso decía mucho de él. Se dedicaba a escucharme, a hacerme sentir bien.

—Digamos que mi padre tiene bastante dinero. —Nos acercamos a las máquinas y él se puso detrás de la pantalla de control de la cinta para correr, con los brazos apoyados en esta.

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now