CAPÍTULO 31

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Rumor Has It – Adele

Lauren's POV

—¿Dónde cojones vas? Hoy es 24 de diciembre, qué menos que estar en familia. —Me colgué el bolso de mi hermana al hombro, mirando a mi padre que estaba reclinado en el sofá.

—¿En familia? Me gritas, me haces sentir una mierda la mayoría del tiempo y ni siquiera valoras el dinero que traigo a casa. ¿Tú crees que esto es una familia, eh? ¿LO CREES? —Grité acercándome a él peligrosamente, porque en cualquier momento podría levantarse y endosarme un puñetazo.

—Yo te tuve a ti, ¿¡qué somos si no!? —Rachel caminó hacia mí casi corriendo, y me agaché para cogerla en brazos, mirándolo de nuevo a él.

—Nada. No somos nada. —Dije con desprecio, intentando sujetar a Rachel que se estiraba en mis brazos. —Justo ayer tiraste a la basura lo que debía haber sido mi cena. Me quitaste la poca ropa que tenía y se la vendiste a un drogadicto del barrio. —Dije enfadada. Él se levantó, y rápido dejé a Rachel en el suelo porque venía a por mí. Su mano atrapó mi cuello, ahogándolo, apretándolo tan fuerte que sus dedos se clavaron en el hueso de mi garganta, haciéndome buscar aire y me retorcí, soltándome de su agarre. Comencé a toser con las manos en la garganta, mirándolo desde abajo.

—Quizás si trabajases más no tendría que estar vendiendo tu ropa. Si estamos así es por tu culpa. TU MADRE SE FUE POR TU CULPA. —La patada que me dio en el estómago hizo que cayese de rodillas, con una mano en el suelo. —Si tú no quisieras haber estudiado, ella no se habría ido para pagarte los estudios. ES TU CULPA. —Me pisó la mano con rabia, con aquellas botas militares que siempre se ponía y que tenían la punta metálica. Grité de dolor, y el volvió a sentarse en el sofá.

Sentí mi mano latir, no podía doblar los dedos y creía tener algo más grave que un golpe. Rachel lloraba a mi lado cuando me di cuenta, y sin hacerle caso al dolor punzante de mis dedos, la cogí en brazos y salí de casa. Más bien hui de casa.

Monté a Rachel en la sillita —de segunda mano— que le había comprado. Se calmó un poco más cuando llegamos al coche, y es que aquella niña odiaba nuestra propia casa. Yo odiaba esa casa.

—Te gusta... —Carraspeé un poco, porque aún seguía tosiendo. —Te gusta tu sillita, ¿verdad? —Apreté el cinturón un poquito más, con los dedos que comenzaban a ponerse rojos e hincharse.

Me senté en el coche y arranqué, mirando la carretera.

*

Llamé al timbre, colocándole bien el gorrito a Rachel, que apretaba las manitas frente a su cara. Se miraba sus propios dedos, que sostenían un pequeño copo de nieve que pronto se derretiría entre sus manos. Sus mejillas estaban rosadas por el frío, y sacaba un poco la lengua al estar tan concentrada en la nieve.

—¡Hola Lauren! —Dijo con alegría una mujer bastante bajita. Tenía el pelo corto y un flequillo recto, unas gafas de pasta negras rectangulares, además de un precioso vestido corto amarillo pastel. —Perdón, debería presentarme. Soy Sinu, la madre de Camila.

—Oh, encantada señora Cabello. —Sonreí asintiendo, dándole la mano. —Esta es mi hermana Rachel. —Miré a la pequeña que se escondió en mi cuello, con los puños frotando sus ojos.

—Awww, pero si es una preciosidad. —Abrió un poco más la puerta para dejar que yo entrase. —Vamos, déjame la bolsa que la dejaré en la habitación de invitados. —Sinu me quitó la bolsa de la mano, y desapareció escaleras arriba.

Cuando entré, su casa parecía aquellas casas que se veían en las películas de Navidad, con un árbol enorme. Enorme, cuando digo enorme, me refiero a que medía tres metros, estaba adornado con bolas rojas, luces de colores y no sé qué más, porque escuché esa voz aguda.

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now