Escalofríos

296 11 0
                                    

Cloe

La casa se siente demasiado grande, sola y vacía, no es fácil caminar por donde papá lo hizo, comer en donde lo hacía, inclusive ya ni siquiera bajo a la sala a ver la televisión, me he recluído en ésta habitación. Buscando consuelo en dónde se bien nunca lo hallaré.  

Los días continuan pasando más sin embargo las lágrimas no cesan... 

Tengo los dedos de las manos y de los pies entumecidos, no puedo moverlos, me causa dolor solo intentarlo. Mi pecho duele al respirar, siento como todo comienza a apretarse en mis costillas haciendo que sea difícil.

Tranquila Cloe, inhala... y exhala...

Duele demasiado, pareciera como si un elefante se me hubiera sentado encima y no puedo levantarme, inhalo... y exhalo nuevamente... trato de moverme, y otra vez no puedo. Mi cabeza va explotar. Estúpida migraña.

Un escalofrío me recorre desde el cuello por toda la espalda. Alguien ha dejado la ventana abierta porque estoy segura que la cerré antes de acostarme a dormir. Pero que estoy diciendo, estoy sola...  Abro los ojos despacio, parpadeo un par de veces y todo está en penumbras, no puedo ver ni mi propia mano agitándose contra mi rostro. Me decido a estirar la mano y alcanzo despacio la lámpara de noche y logro encenderla... es entonces cuando lo veo...

-¡¡¡OOOH POR DIOS...!!! ¡¡¡QUE DEMONIOS!!!- me siento de repente gritando sofocada. Ahora si estoy loca. Ahora si estoy loca. Ahora si estoy loca, Dios...

Me pellizco el brazo tratando de despertarme. No funciona... porque sé bien que estoy despierta. Mis manos se van a mi cuello el cual se siente estrujado y empiezo a hiperventilar.

Veo su rostro frente al mío con las cejas fruncidas y con una sonrisa petulante y burlona. Sus ojos azules atrapan los míos y es lo único que no puedo dejar de ver, son como dos zafiros azules, tan profundos como los recuerdo y no me miran como solían hacerlo, es todo lo contrario, en ellos veo orgullo, desprecio y odio.

Me empujo hacía atrás mientras intento apartar la mirada, y no puedo, estoy congelada. Mi cuerpo está sudando frío y no me gusta para nada la sensación. Me froto los ojos una y otra vez, tratando de convencerme a mí misma que no es real, que es un sueño, que pronto voy a despertar. Los cierro y me mantengo por unos segundos así y cuando los abro de nuevo ya no hay nada...

El corazón me martillea con fuerza en el pecho y mi pulso está acelerado, trato de respirar y ya no duele como antes, pero sin embargo se vuelve más fácil con cada exhalación. Trato de levantarme y mi cuerpo tarda en reaccionar. Cuando por fin lo logré, suspirando corro veloz hasta la alcoba de enfrente evitando caer.

Mi respiración tarda unos minutos en restablecerse, mi cabeza desorientada aún duele y es cuando me doy cuenta de que estoy en la alcoba de papá, y que ya no está... Me derrumbo a los pies de la cama y caigo de rodillas. 

El llanto vuelve a hacerse presente y apoyo la cabeza sobre su antigua cama, sintiéndome totalmente desesperada.

–Ya no puedo más papá ¡¡te extraño!!– grito, sabiendo que nadie puede oírme. Me aferro a su almohada tratando de captar su aroma, pero ya no hay nada.

Lo único que hago es conformarme solo con los recuerdos...

*Flashback*

–Mi linda princesa, ¿quieres un helado?– me tomó de la mano después de caerme del triciclo, sacude mis rodillas y sonríe. –Si papá, uno de vainilla por favor– le dije limpiando mis lágrimas.

–¡Vamos entonces!– me responde emocionado y caminamos juntos hasta la heladería, pedimos nuestros helados y nos sentamos sobre la banqueta del frente a comerlos. Mamá como siempre, está en casa, ella nunca sale con nosotros.

–¿Te sientes mejor?– me pregunta al cabo de un rato. Yo le contesto que sí...

*Fin flashback*

Despierto algo aturdida y no sé cuánto logré dormir esta vez, ni qué hora es. Un rayo del sol atraviesa las ventanas indicando que ya es de día. Mis manos van a parar hasta mi cuello adolorido y siento una pequeña punzada al moverlo de un lado al otro y aún tengo migraña.

Al darme cuenta de donde estoy me inclino alarmada sobre la cama y caigo en cuenta de lo que sucedió anoche... 

El recuerdo de su perdida me atormenta día a día. Me hubiera gustado poder despedirme de papá, o por lo menos decirle lo mucho que lo quiero y verlo feliz, cosa que se volvió de muy pocas veces. Me siento culpable, Felipe siempre estuvo ahí cada noche que me despertaba gritando después de una pesadilla recordando a Greg y a esos ojos que me atormentan en sueños.

Y ahora hasta los había visto despierta

Necesito un cigarillo con urgencia. Me levanto de la cama, acomodo las almohadas y salgo con nostalgia cerrando la puerta.

Tengo miedo de entrar a mi habitación, sé que nada de lo que pasó es real pero aún así me aterra, inhalo y entro ignorando mi cama y me dirijo hacia la misma ventana que veía desde que era pequeña, busco entre mis cosas un cigarrillo hasta que lo encuentro y lo enciendo.

Siento mi cuerpo liberarse ante la primera calada.

Mi padre siempre insistió en que siguiera estudiando, que saliera adelante y conociera a nuevos amigos y nunca le hice caso... Ahora me doy cuenta de que tenía razón, y que he desperdiciado todo este tiempo.

Unos golpes en la puerta principal me hacen volver a la realidad y al inclinarme sobre la ventana no logro ver nada. Es muy temprano además. Mi curiosidad siempre fue mi peor enemiga y debería quedarme aquí sentada esperando a que se vayan, pero ya me encuentro bajando las escaleras.

Me asomo por la mirilla de la puerta principal tratando de averiguar de quién se trata. Lo primero que veo es que afuera está lloviendo fuertemente y lo segundo es que hay un hombre de pie, no sé quién sea, puesto que lleva un paraguas tapando su rostro. Está vestido de negro de pies a cabeza, y hay un carro negro totalmente polarizado estacionado frente a la casa. Al menos eso es lo que veo desde acá.

Solo espero que no sean más malas noticias.

Escucho nuevamente los mismos golpes, pero ésta vez son más fuertes. Agarro la manilla de la puerta y la abro solo por la mitad dejando la mosquitera cerrada. Entonces le pregunto al extraño sujeto:

–¿Qué quiere?– lo veo subir el paraguas dejando su rostro al descubierto y mi corazón se detiene al ver esos ojos azules tan profundos como el azul del mar...

Me volteo cerrando la puerta de golpe y me deslizo hasta caer sentada sobre la alfombra.

No puede ser él, después de tanto tiempo no puede ser él.

Mi estómago se contrae como si me hubieran pateado y mi corazón golpea fuerte en mi pecho doliendo, como siempre pasaba cada vez que le veía... me falta el aire, mi cuerpo tiembla de la impresión... Oh Mierda... estoy mareada y en cualquier momento voy a desmayarme.

Tantos años soñando con esos ojos y ahora que por fin los veía en persona son más hermosos de lo que los recordaba. Me molesta siquiera pensar en eso. Frustrada arrojo el cigarrillo y lo machuco varias veces molesta.

–CLOE, ¡¡ABRE LA PUERTA!!– lo escucho gritar tocando fuertemente. –¡¡Abre Cloe, necesito hablar contigo!!

Después de tres míseros años, recordando, añorando sus besos, su tacto sobre mi piel... Después de haberme enviado esa invitación...  ¿Tiene el descaro de aparecerse exigiendo hablar con migo?

–Cloe, por favor, necesito urgentemente decirte algo. Creeme, no habría venido hasta aquí si no fuera importante– ésta vez ya no está tocando la puerta simplemente me está hablando.

Me decido entre abrir y verlo o hablarle desde acá para que todo sea más fácil para ambos, o mejor dicho para mí. 

Deja de fingir que todo está bien Cloe, en tus ojos sé ve que aún te está matando por dentro...  

Al Otro Lado De Mi Vida © ✔️Where stories live. Discover now