Feliz Cumpleaños

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En multimedia: Mia

Cloe

–Mañana cumple su primer año !Por Dios lo puedes creer! – grité eufórica al teléfono.

–Si amiga aún recuerdo cuando te vi hacer tu primer striptease estando embarazada y por andar de celosa– Christian se carcajea al otro lado de la pantalla y yo lo fulmino con la vista. –Lo siento, pero no puedo evitar recordar eso, estabas tan asustada que apenas si te movías. Debiste de haber visto tu cara– continúa riendo.

–¿Vas a seguir burlándote de mí o me vas a venir a ayudar?– le hablo mordaz.

–Me gusta como arrugas la nariz cada vez que quieres sonar seria y eso solo hace que te ves más tierna... – me es inevitable poner los ojos en blanco.

–Por favor dime que vendrás, voy a invitar a sus amigos de la guardería y a unas compañeras del trabajo que también tienen hijos, pero no puedo organizar nada yo sola, necesito a mi amigo y mi hija necesita a su padrino– Suspira en derrota y asiente –Llego mañana por la tarde, así tendremos todo listo para este fin de semana– lo miro emocionada sonriendo ampliamente y finalizo la video llamada.

–Mama, mama– una pequeña angelita jala de mi vestido llamando mi atención. Me acerco a Mia y la levanto en brazos sacándola de ese apestoso andador, ni a ella ni a mí nos gusta, pero después de haberse caído varias veces supimos que era lo mejor. Al menos por el momento.

–Hola mi pequeña– susurro mientras la abrazo e inhalo su dulce aroma, sentir su suave y delicada piel en mis manos ayuda a calmar mis nervios y el estrés del día...

Es viernes por la tarde y estamos en casa esperando a que Christian aparezca de una vez por todas, se suponía que debería de estar aquí hace más de dos horas.

Solo espero no se haya perdido...

–¿Quieres comer?– le digo a Mia mostrándole un pequeño frasco de compota. Ella niega con la cabeza y recuesta su cabeza en mi hombro frotándose los ojos, la arrullo mientras tarareo la misma canción de cuna que Felipe cantaba para mí cuando era pequeña.

Ojalá estuviera aquí.

Tocan a la puerta estruendosamente justo cuando Mia estaba por dormirse, ahora que han interrumpido su sueño va a estar de mal humor toda la noche. A regañadientes me aproximo a la puerta abriéndola pero no hay nadie, estoy por cerrar cuando una pequeña caja de regalo topa con mis pies justo cuando me doy la vuelta. Mia se revuelve en mis brazos pidiendo que la baje, la dejo en el piso y ella gatea de vuelta a la sala de estar. Me inclino tomando entre mis manos la caja con un enorme moño rosa, miro hacia ambos lados del pasillo y no hay nadie. Entro de vuelta al apartamento y me debato entre abrirla o no, y como siempre he sido tan curiosa termino abriéndola.

Unos hermosos y pequeños pendientes dorados con una rosa incrustada en el centro se deslumbran frente a mis ojos, son preciosos. Busco si trae alguna tarjeta del remitente pero no hay nada. Confusa me siento en el sofá observándolos detenidamente. Vuelven a llamar a la puerta haciéndome pegar un brinco. Me aproximo y esta vez verifico por la mirilla antes de abrir. Un chico de ojos miel me sonríe y abro.

–¡Christian!– grito feliz de verle y lo abrazo.

–Hola querida– murmura en mi cabello.

–Odio que me digas así, pero si con eso te tengo cerca no importa– ambos nos miramos sonrientes, hace más de seis meses que no le veía en persona.

–Y mi pequeña criatura traviesa ¿En dónde está? – pregunta bajando sus maletas. Ambos nos giramos y la vemos dormida de pie con la cabeza puesta sobre el sofá.

–Pero que mala madre eres Cloe... Oh mi pobre muñequita– dice corriendo hacia ella y la levanta en brazos acurrucándola en su pecho y la lleva hacia su habitación. Christian es una persona estupenda, tierna, cariñosa y carismática. Juro que si no fuera homosexual ya le habría pedido matrimonio y no estoy exagerando.

Lo veo venir de vuelta sin Mia en sus brazos acercándose a los pequeños pendientes que he dejado en el sofá. –¿Quién les dio esto? No es justo, lucen tan caros que mi regalo se queda corto en comparación a este– protesta dramatizando.

–No tengo ni idea– me encojo de hombros.

–Alguien tocó a la puerta y cuando abrí no había nadie y solo estaba esta pequeña caja– digo sentándome a su lado.

–Tan pequeña y ya tiene admiradores, que envidia– se burla.

–Oh por favor, cállate– digo arrojándole un cojín el cuál por suerte logra esquivar.

–Tengo que empezar a llamarte suegra de ahora en adelante– afirma y ya estoy arrojándole todos los cojines.

(***)

–¡¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños, feliz cumpleaños, feliz cumpleaños Miaaa!! – cantamos todos a coro mientras Christian graba todo con su cámara, nos ha prometido grabar todos los cumpleaños y me emociona saber que estará siempre para nosotras. Me inclino con Mia en brazos y juntas soplamos la vela. Mi corazón late a mil por hora de alegría. Todos aplauden y una pequeña lágrima se desliza por mi mejilla, si tan solo papá estuviera aquí todo sería mejor.

–Toma, es para Mia– dice Michelle, mi compañera de yoga.

–Gracias– sonrió y agarro torpemente la bolsa de regalo mientras limpio esa pequeña lágrima que se me ha escapado.

–No sabía que regalarle a una bebé, la verdad, nunca había ido al cumpleaños de una mujer en donde no hubieran strippers y alcohol, pero creo que le gustará– ambas reímos. Ella tiene un especial talento de aligerar y animar el ambiente, me alegro mucho de haberla conocido.

–Algunas palabras para la cámara– dice Christian acercándose a nosotras. Lo miro con el entrecejo fruncido, sabe bien que no se me dan esas cosas.

–Eh, me voy– murmura Michelle dándose la vuelta.

–Pero... – le protesto a Michelle y ella simplemente se va dejándome sola.

Todo sea por Mia. Suspiro y sonrío a la cámara. –Felicidades en tu cumpleaños número uno mi pequeña angelita. Eres la razón de mi vivir, el motivo que me impulsa a seguir adelante y a no rendirme jamás. Ojalá dejaras de crecer tan deprisa... – suspiro de nuevo tragándome todas las lágrimas que amenazan con salir –cada mañana al despertarme te veo más grande, cada palabra nueva que pronuncias es una demostración de que el tiempo no pasa por gusto, temo que un día de estos te vuelvas toda una adulta y quieras independizarte, temo que este tiempo que me queda a tu lado se me esfume de las manos como la brisa al viento, tengo tanto miedo– admito –de que crezcas y te enamores de la persona errónea, tengo miedo de que un día te hagan daño y no poder estar ahí para defenderte. Pero sabes bien que te amo y eso nadie lo va cambiar–finalizo mi pequeño discurso con los ojos empapados en lágrimas.

–Pero qué mamá tan cursi te has vuelto– bromea Christian apagando la cámara y me sonríe de lado.

–Yo también te quiero– le respondo y nos abrazamos los tres. Christian se aleja limpiándose una diminuta pero visible lágrima

–Tengo que seguir entrevistando a los invitados– dice excusándose y se da la vuelta.

–¡Papa, papa! – lloriquea Mia en mis brazos retorciéndose y alzando las manos en dirección a Christian, él se gira y ambos nos quedamos de piedra.

–No Mia, él es el tío Chris– le hablo bajándola y ella al tocar el piso con sus pies, da un par de pasos algo torpes acercándose hasta Christian.

–Déjala– murmura él y se la lleva de la mano.

Mi corazón se rompe en miles de pedazos, me siento tan culpable por no darle la familia que tanto se merece y por experiencia propia sé que un padre es fundamental en nuestras vidas. Sin embargo, a pesar de todo no cambiaría por nada del mundo a mi pequeña y rota familia.

Al Otro Lado De Mi Vida © ✔️Where stories live. Discover now