Opresión

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Greg

Una vez subidos en el auto nos dirigimos camino al aeropuerto, dejando atrás a mi padre furioso. Tengo algunos asuntos pendientes todavía por tratar con Caroline. Esto no va a quedar así. Cloe y yo estaremos juntos pase lo que pase.

Con el móvil en mano marco el número de mi nueva asistente, Brandy, quién al segundo tono me contesta: –¿Sí señor?– la escuché hablar con formalismo.

–Brandy, necesito que se encargue de lo siguiente, así que anote: Primero: llame a la aerolínea y compre tres boletos que nos lleven a Dubái y envíeme la confirmación por correo,estamos de camino al aeropuerto. Segundo: comuníquese con el abogado y dígale que ya tengo los papeles firmados, acabo de enviarle una copia a su correo y que puede proceder con lo indicado. Tercero: envíele un correo al técnico y pídale el avance de las coordenadas que acabo de enviarle. Y por último, llame quien llame, usted y yo no nos conocemos.– dicho esto corté la llamada apagando el teléfono, y rompo en dos el microchip tirándolo por la ventana.

Diez horas más tarde.

–Cuando de la orden todos ingresan a la casa y se encargan de dejar todo seguro para que pueda tener al menos cinco minutos a solas con Caroline. ¿Entendido?– le digo a los ocho hombres que tengo en frente. Y los veo asentir con la cabeza.

Aún no hemos encontrado el paradero de Cloe, pero todas las señales y pistas que hemos seguido nos llevan hasta Caroline y la mafia de su padre, Temhota. Así que ella es la única que puede darme respuestas.

–No olviden llamarme cuando todo esté despejado y tengan mucho cuidado de que ella no sé acerque a ningún dispositivo, de ser posible espósenla– continuó diciendo y ellos vuelven a asentir con la cabeza.

Estamos afuera de la casa en Dubái de Caroline. Hemos eliminado a la seguridad de la entrada, incluso hasta al jardinero. Es de noche así que nadie puede vernos camuflados. Cada uno lleva un pasamontañas, chaleco antibalas, armas con silenciador, máscaras antigás por si son de necesidad y granadas.

Al dar la orden 5 de mis hombres entrarán a la casa eliminando a todo aquel que habite en ella dejando solo a Caroline como rehén, mientras que espero afuera con mis tres escoltas.

Estamos esperando la confirmación del técnico para poder ingresar, desde su ordenador se ha encargado de desactivar la instalación eléctrica, todas las alarmas y las cámaras de seguridad que hay en la casa para que podamos entrar sin tropiezos.

–¿Diga?– contesté a un número desconocido, pero se bien que es el de Ryan, el técnico. –Listo. Pueden entrar– lo escuché hablarme y cuelgo. Doy la orden inclinando la cabeza hacia mis hombres y ellos salen trotando hasta el interior de la casa.

Nosotros cuatro, nos quedamos escondidos en el jardín delantero entre los arbustos esperando la señal. Se escuchan vidrios rotos, gritos e incluso desde acá puedo escuchar el ruido sordo de las armas siendo disparadas y humo que sale por las ventanas. Han soltado las bombas de gas.

Por un momento todo se queda en silencio.

Al cabo de unos minutos, veo a uno de mis hombres salir por la puerta ensangrentado, haciendo una seña para que entremos. Nos disponemos a salir, y los tres hombres me rodean.

Cuando entramos a la casa puedo ver que hay tres cuerpos tirados en la sala principal, posiblemente más guardaespaldas de Caroline, uno de mis hombres se queda rodeando a los cuerpos sin vida.

El humo ha comenzado a dispersarse y puedo ver más cuerpos tirados conforme avanzamos, y reconozco que es el servicio de limpieza. Me siento mal por ellos para ser honesto, pero no podíamos dejar testigos. Con esta gente no se juega.

Me dirigen hacia la planta de arriba en silencio, y supongo que es donde tienen retenida a Caroline. Disimuladamente le digo al hombre que tengo detrás que pida un recuento de las personas que habitaban en esta casa y el estatus de los demás hombres.

Giramos a la izquierda y luego a la derecha. Al final del pasillo puedo reconocer la alcoba de Caroline, ya he estado un par de veces en este lugar y estoy seguro de que ahí se encuentra ella.

Todo está oscuro.

Abren la puerta y puedo ver a Caroline amordazada sentada sobre una silla. Tiene los ojos y la boca tapada, las manos sujetas por detrás y las rodillas raspadas. Al parecer les dio pelea.

Asiento con la cabeza para que le quiten la venda de los ojos, mientras me quito el pasamontañas y la máscara antigás para que pueda reconocerme.

–Caroline. Que gusto volverte a ver– le digo en tono burlón.

Sus ojos me miran con satisfacción y eso me hace enfurecer. Apreto duro mis manos formando dos puños para intentar contenerme mientras continúo diciendo: –Vas a responder a mis preguntas si no quieres que te rompan dedo por dedo. ¿De acuerdo?– la amenazo y ella continúa mirándome de la misma manera sin siquiera inmutarse.

Asiento nuevamente con la cabeza y le quitan la venda de la boca. Ella rápidamente se dispone a gritar, pero mi puño en su boca la hace callar. No estoy para juegos ahorita.

–Maldita Puta– siseé entre dientes mientras la veo escupir sangre quejándose. –Todas las pistas me han llevado hasta ti. Así que respóndeme: ¡¿En dónde está Cloe?!

Caroline no dice nada. Permanece callada con el rostro inclinado y su cuerpo doblado por la mitad.

–¿EN DONDE MIERDAS ESTÁ CLOE?– le grité de nuevo con mayor fuerza.

Sube de a poco su rostro y veo que sus dientes están bañados en sangre, tiene el labio partido, pero eso no le impide esbozar un sonrisa de complicidad y continúa sin decir nada.

–Jefe, nos quedan tres minutos.– uno de mis hombres entra en la habitación informando.

–Llévensela, seguiremos con el interrogatorio en otro lugar. Si ella no quiere cooperar la matamos y listo– doy la orden.

Cuando están por ponerle las vendas de nuevo y me dispongo a salir la escucho hablarme: –Si tan sólo hubieses esperado a mañana por la tarde Greg, hubieras podido haber visto a tu preciosa niña– dice mientras escupe la sangre de su boca.

Que mierdas.

–¿Así que sabes en dónde está ella?– pregunté.

–Como ya te dije, si tan solo te hubieses esperado a mañana... Pero con lo que acabas de hacer, créeme, ya nunca la volverás a ver... al menos no con vida...–¡¡¡IMBÉCIL!!!– gritó Caroline cayendo de frente al suelo.

Acabo de dispararle en una pierna.

–¡LLEVENSELA!– grité enojado.

Caroline se queja retorciéndose en el suelo y ahora ya no sonríe como antes e incluso se ha puesto a llorar. Ni pensar que antes solía acostarme con ella. Me reclamo mentalmente.

Veo como la levantan del suelo, la desatan de la silla y se la llevan de nuevo amordazada. Yo salgo detrás de ellos.

Maldita Caroline, ahora debo pensar en un nuevo plan. Si es cierto que traerán a Cloe aquí mañana, tendré que esperarlos y enfrentarme a ellos.

Cloe. Mi dulce Cloe. ¿Por qué nunca me haces caso?

Nos subimos rápido a los autos. Yo voy en uno, con mis tres escoltas y llevan a Caroline en el otro, con el resto de los hombres, y salimos disparados por la calle. Pongo mi cabeza sobre el respaldo mientras intento despejar un poco mi mente.

Al cabo de unos minutos un fuerte impacto me saca de mis pensamientos, toda pasa como en cámara lenta frente a mis ojos... Algo nos golpea desde atrás, y mi cabeza choca duro contra el vidrio de al lado, caigo de rodillas y mi cuerpo se aplasta contra el asiento de enfrente. De perfil miro como otro carro nos golpea de lado y las ventanas se hacen añicos cayendo sobre mí. Siento una fuerte opresión en el pecho y no veo nada...

Cuando amas con pasión; te doblegas, te sometes y te entregas a todo y ante cualquier circunstancia... dejas de ser tu mismo. Eres capaz de dar todo lo que hay en ti, hasta quedar vacío, y pasas a depender de ese alguien, de la persona que crees es el amor de tu vida...

Al Otro Lado De Mi Vida © ✔️Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt