Un Viejo Amigo

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(En multimedia: Steve)

Cloe

Llevo toda la mañana en pijama, acostada en medio de la habitación dándole vueltas a mi cabeza, ahora que estoy sola no tengo la menor idea de que haré de mi vida, reconozco que hay miles de cosas que puedo hacer y de solo pensarlo me da flojera.

Me enorgullezco de mi misma al ver que ahora ya no me tiro a romper en llanto al pensar en Greg, tal como lo hacía ayer, el mes pasado y los últimos tres años de mi vida. No, ya no, ese patán no vale la pena. Me he convencido de que nunca me amó y que todo lo que dijo ayer antes de irse es cierto... Aunque ahora que lo pienso bien, antes de todo eso me dijo tecnicamente: "Te Amo"...

Hmmmm... Tal vez sólo lo hizo para confundirme más; sí, eso es. Pero agradezco al cielo por haberlo hecho enojar y que así me dijera lo que realmente siente por mí y evitar seguir engañándome aún más. Pero luego estuvo a punto de besarme.

Idiota bipolar.

Simplemente me quedo viendo al techo, ya no salen lágrimas, ya no hay sollozos, ya no hay nada. Siento todavía un vacío en todo el cuerpo y mi pecho hundirse, pero es solo porque ya no tengo a nadie. Es mejor que me vaya de éste lugar cuanto antes. Al menos la Universidad será un distractor...

¡Rayos! ¡La Universidad!...

En dos días se supone que me voy y no he comprado nada, no he alistado mis maletas y con sólo verme sé muy bien que estoy hecha un asco. Necesito ir al supermercado y comprar muchas, muchas cosas.... Pero no quiero salir, estoy muy cómoda acá.

Sentir que mi estómago hace ruidos extraños me frustra de sobremanera. Tal vez si me quedo tirada acá puedo morir de hambre, lenta y dolorosamente... 

¡Ni de broma! Me levanto de pronto y me mareo un poco, me estabilizo y bajo las escaleras hasta la cocina arrastrando los pies, si lo sé, soy una exagerada.

Igual nadie puede verme. Porque estoy sola.

¡Aghhh! no hay nada, todo está vacío, no hay ni un solo rastro de comida... De pronto algo llama mi atención, al fondo del gabinete se logra percibir un ligero movimiento –¡¡¡Mierda!!!– grité alarmada, una gigantezaca cucaracha sale volando en mi dirección y para colmo todo está vacío en la cocina.

El destino definitivamente no está a mi favor: tengo hambre, una cucaracha casi me salta encima, no hay ni un poco de comida en ésta casa y tengo mi período... Tendré que ir al supermercado, me da pereza de pensar en eso... ¡¡Aghh!!

(...)

Camino por los pasillos con una lista en mano y continuo arrastrando los pies. Desde que entré en este lugar ha sonado una y otra vez la misma canción.

–¿Cloe...? ¿Cloe Anderson? ¿Acaso eres tú?– me volteo con el entrecejo aún fruncido por esa pegajosa canción, trato de ver quien me habla... Oh no. Oh no. Ohhh nooo. ¿Por qué de todos los trabajadores de éste lugar justo tenía que ser él?

–Siii... Sin duda eres tú. Podría reconocer esos pequeños, pequeñitos y planos pechos a dónde sea que vaya– dice viéndome descaradamente los senos. Ahora ya recuerdo bien porque no había querido salir de casa.

–Stevens... pero si eres ¡tú....!– le digo viéndolo de pies a cabeza y de mala gana, ni siquiera traté de fingir sorpresa. El odio que nos teníamos de pequeños era mutuo, y por lo que veo aún lo es.

–Así que toallas sanitarias, ¿eh?

Aquí vamos de nuevo...

–Siii ya sabes... aún no me decido... ¿Saba?... ¿Kotex?... ¿Stayfree...? no sé cuál es mejor. Pero tal vez tu o tu novio pueden decirme ¿cual de todas esas puedo comprar?– trato de sonar lo más sarcástica posible agitando un paquete en su rostro.

Al Otro Lado De Mi Vida © ✔️Onde histórias criam vida. Descubra agora