Señor Valvoa

151 9 9
                                    

Cloe

La curiosidad y la intriga, siempre han sido mis peores aliadas.

Juego con el sobre entre mis dedos y lo agito frente a mi rostro, es más pesado de lo que aparentaba ser y sinceramente me es inevitable mirarlo con desprecio... Gracias a este pedazo de papel ágilmente doblado, he pasado por un sin fin de atrocidades y he perdido mucho durante el proceso, incluyéndome a mí misma.

Me siento con las piernas cruzadas y le doy vuelta al sobre nuevamente dispuesta a abrirlo para acabar con el misterio de todo esto; mis ojos se fijan en una pequeña nota adherida que no había notado antes: "Siempre cumplo con mi palabra", se lee en ella. La arranco y le doy la vuelta, necesito saber quién es el remitente, pero no hay nada más que esa corta oración escrita en letra cursiva.

Me es inevitable fruncir el ceño y despego la solapa del sobre y varias hojas caen en mis piernas. Un pequeño objeto se queda atorado al fondo. Sacudo con más fuerza y lo que parece ser el microchip de un celular cae en mi mano, me quedo unos segundos observándolo con el entrecejo fruncido hasta que...

–¿Te aseguraste de prepararle el baño?

–Sí, señora.

Unas voces me ponen en alerta y el sonido de los pasos que las siguen me indica que alguien viene hasta acá. Empujo todo con rapidez debajo de la almohada que tengo detrás y me recuesto sobre ella cerrando los ojos.

–Abre por favor– indica Beatriz. La puerta cruje cuando se abre, mi corazón late cada vez más rápido mientras trato de respirar con normalidad.

–¿Es ella?– pregunta una voz femenina. –Así es señora.– afirma Lucky.

–Puedes retirarte Lucrecia– le ordena Beatriz y la puerta se cierra.

–Tengo que llamarle y decirle que ella está bien– vuelve a hablar bastante inquieta la voz que no reconozco. –No podemos darnos ese lujo. Deben de confiar en mí.

–No Beatriz, comprende, está angustiado. Si no sabe que ella se encuentra bien, quien sabrá lo que será capaz de hacer si no la ve.

Una de ellas suspira haciendo una pequeña pausa.

–Esperemos a mañana y que ella misma decida qué es lo mejor Margareth. Por ahora dejemos que duerma.

–Pero...

–Es una decisión que ni a ti, ni a mi nos corresponde tomar Margareth. Y por favor no rompas tu promesa... Yo ya cumplí con la mía y aquí la tienes viva y a salvo, así que ahora cumple la tuya.

–De acuerdo. Pero debo dejarte en claro Beatriz, que no voy a asumir las consecuencias que conlleven tus actos.

–Eso ya lo veremos.

Tacones resuenan en la madera y el ruido de una puerta cerrada se escucha de nuevo. Espero impacientemente hasta que los pasos dejan de ser audibles, pero el sueño que siento ahora es pesado y caigo rendida en las ataduras de la oscuridad.

No pasa mucho tiempo cuando una mano acaricia mi cabello, el tacto de esa mano es suave y delicada, y me lleva a un mundo del que nunca quiero despertar, me lleva a ese otro lado de mi vida que siempre deseé tener, así que me acomodo sobre la almohada disfrutando ahora de unos suaves y tiernos besos que son depositados en mi hombro desnudo, me estremezco y caigo a la deriva al igual que un algodón de azúcar cuando se derrite en mi boca, dulce, adictivo y tentador.

–Tenemos que irnos– susurran en mi oído.

Abro los ojos de golpe al reconocer su voz y me doy la vuelta... –Tu– bufé al verlo.

Al Otro Lado De Mi Vida © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora