Aquí

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Cloe

Aquí, bajo este cielo oscuro escucho a los cuervos que graznan revoloteando a lo lejos, volteo en su busca para poder observarlos y saber en dónde se encuentran; pero resulta imposible, no veo nada más que oscuridad y un enorme desierto, sin rastros de casas, ni árboles, ni nada.

Hasta la misma luna me ignora ocultándose entre las nubes, sabiendo que ésta decisión en particular, ha sido la peor de las decisiones que en mi vida pude tomar; y la entiendo, si yo fuera ella me iría lejos dejándome totalmente sola y sin un hermoso resplandor para alumbrar mi camino.

Mis pies cansados siguen andando como los de un robot, un paso tras otro, una y otra vez más, al mismo ritmo sin parar, todo es metódico.

Conforme avanza la noche la temperatura desciende haciendo mi cuerpo temblar, me abrazo a mí misma intentando entrar en calor, pero resulta absurdo, así que prefiero seguir avanzando y con cada paso que doy, cada vez me doy más cuenta de que esta definitivamente es la peor idea que se me pudo haber ocurrido en mis veintiún años.

Qué estúpida soy.

Saco el móvil y verifico la hora, son pasadas las dos de la madrugada y no hay ni rastros de esa horrible gasolinera. Quedé hace más de tres horas de encontrarme con Steve ahí, pero la mugrosa gasolinera no se mira ni a lo lejos, todo lo que miro es un largo camino y oscuridad por dónde sea que volteo a ver.

Al despertar en esa horrible habitación, estaba segura de que algo estaba mal al levantarme sobresaltada y sudada de pies a cabeza con la ropa pegada al cuerpo. Corrí el apestoso edredón de encima de mí y salí sigilosa de la cama, al fondo se podía ver el grande y perfecto cuerpo de Greg sobre un pequeño y sucio sillón.

Era como ver a una enorme Alicia en el país de las Maravillas dentro de la casa del conejo.

Me puse las zapatillas y me dirigí hasta el cuerpo de Greg tratando de encontrar mi celular, pero no había señas de el por ningún lado. Trate de no descontrolarme y de no volver a maldecir. Suspiré al meter las manos por los ajustados jeans de Greg, (lo que cual resultaba ser una tarea imposible).

Malditos jeans ajustados.

No había nada en los bolsillos delanteros, me encorve un poco más sobre él e inconscientemente ya estaba inhalando su dulce aroma, me maldije por eso. En un último intento metí despacio la mano sobre su bolsa trasera tratando de no despertarlo, tratando de no tentarme por sentirlo bajo mi tacto al tenerlo tan cerca sin su mirada penetrante en mí. Al parecer estaba muy cansado porque ni siquiera se movió cuando sin querer me apoye sobre él para meter la mano de nuevo, y lo que encontré no fue mi celular, fue el de él.

Me obligué a ponerlo de vuelta, pero mi curiosidad siempre ganaba. Presioné el botón de encendido y una imagen de Greg con Zorraline estaba como fondo de bloqueo. La muy perra seguía siendo igual de atractiva y esbelta, y eso me hace odiarla aún más.

Estúpido Greg, sigue estando con ella y todavía tiene el descaro de decirme esas cosas, pero mientras más pronto me vaya, mejor será para ambos, mejor será para mí. Además pronto va a casarse, se me hunde el pecho pensar siquiera en eso.

Lo devuelvo a su lugar, y ahora sé muy bien que mi celular está en su otro bolsillo trasero... o eso espero. Lo peor de todo es que él estaba justo acostado sobre mi celular, lo odié por ser un puto genio.

Maldición...

Rayos volví al maldecir. Mierda.

Me puse a horcajadas sobre él tratando de voltearlo lo suficiente como para meter la mano y sacar mi teléfono. Hice un enorme esfuerzo en moverlo, pero el muy idiota pesaba demasiado. Cuándo al fin logré moverlo lo suficiente para poder meter la mano, él se revuelve dándome un tremendo susto.

Al Otro Lado De Mi Vida © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora