Solo

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(En multimedia: Greg)

Greg

Por esa tortura que sientes en tu interior, ese sufrimiento insoportable, el debate entre llorar o reír, entre la razón y la emoción, entre la cordura y la pasión; son por esas peleas internas por las que cometes los actos más estúpidos que alguna vez pudo haberte pasado por la mente estando coherente...

Pierdes toda la poca compostura que te queda, te desorientas en todos los aspectos, pierdes el control de tus sentidos, de tus emociones, de tu razón y de tus actos.Te das cuenta de que ya no hay vuelta atrás, aunque después te arrepientas y te quedes totalmente solo.

Éste es ya el quinto cigarrillo que me fumo en menos de 10 minutos, el olor a tabaco me recuerda a ese día en que la vi frente a su casa en ese vestido... no puedo pensar con claridad. Mis manos tiemblan y tengo los nervios alterados, y la ira crece con cada minuto que espero aquí sentado en el despacho de mi padre. Me he levantado dos veces para sacarlo de la junta en la que está hace buen rato, enfrentarlo de una vez y acabar con esto, pero acá sigo.

Me resulta imposible creer que Cloe se haya escabullido anoche mientras dormía, he salido a buscarla como un idiota, envié a personas en su busca pero ha sido en vano. Intenté llamarla al darme cuenta que me había sacado su celular de mis pantalones pero el maldito teléfono tira al buzón de voz. No sé en donde carajos está o con quién está. Solo espero que esté bien.

La desesperación está rompiendo la poca coherencia que me queda, cierro los ojos tratando de volver a tomar la compostura y evitar explotar, lo primero que viene a mi mente es Cloe durmiendo tan pacíficamente, la forma en que su pecho sube y baja con cada respiración, su piel siempre suave al tacto, recuerdo lo bien que se sentía pasar mi dedo índice por su brazo desnudo hasta llegar a los dedos de su mano, tocar su piel era como tocar la suave seda.

–Señor Van Der Wiel, por favor deje de fumar en la oficina del Presidente, y le repito, afuera tenemos un área de fumadores por si desea salir– esa era Mariela, la asistente de mi padre, ya me ha pedido que deje de fumar más de una vez... y un montón de mierdas mas, pero me vale un carajo lo que diga.

Esta vez ella no sale de la oficina después de decirme eso, como ha venido haciendo. Simplemente se para enfrente mío viéndome descaradamente desde arriba, con los brazos en las caderas, subida en esos tacones que la hacen ver como una prostituta barata.

–¿Qué?– Le digo encarándola. Se encoje de hombros y se sienta a mi lado en el sofá cruzando una pierna sobre la otra. La verdad nunca creí que eso fuera posible con esa diminuta y ajustada falda.

–¿Estás muy estresado? puedo verlo en tus ojos, algo te pasa... tienes la misma mirada que tu padre cuando...– pasa una de sus manos por mi hombro apretando ligeramente... –algo no le está saliendo bien– termina la oración acariciando mi espalda bajando cada vez más.

La miro de soslayo empujando su mano con repugnancia. –No me compares con ese cretino.

–Pero si tú y él son idénticos Greg.

¿Desde cuándo me habla con tanta soltura?

–Señor Van Der Wiel– la corrijo. –Y no, no estoy interesado en tener sexo– su boca se abre ante mi comentario y se sonroja. Sé muy bien por experiencia propia cada vez que una chica quiere sexo, siempre hace lo mismo, se sienta a tu lado, cruza sus piernas para que puedas ver más allá, te habla de "tu", te acaricia... conozco bien a las de su tipo y eso me recuerda a Caroline.

–Disculpe señor Van Der Wiel, pero me es imposible no pensar en eso, sobre todo con alguien como usted– su mano se aprieta ahora en mi muslo.

Intento de contenerme y no gritarle al sentir que juega con su dedo subiendo y bajando, cada vez yendo más hacia arriba. Le doy una última calada a mi cigarrillo, lo tiro al piso y me levanto retirando su mano de mí, la cual estaba cada vez más cerca de mi entrepierna.

Al Otro Lado De Mi Vida © ✔️Where stories live. Discover now