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Eumur.

Sólo tengo permitido leer un libro. El NSDPM— Nuevo Sistema Del Poder Masculino—, es como un nuevo código civil en el que se detalla nuestros derechos y obligaciones como mujeres.

No hablar. No discutir. No mirarlos a los ojos. No opinar.

Sumo servicio al esposo. Llevar siempre puesta la ḥaṭṭah. Ser devota y servicial con el marido. No reclamar nada. Obedecer. Fidelidad absoluta.

En caso de romper alguna de estas normativas, la pena sería la muerte.

—¡Eumur!— Alí entró a mi habitación, sin previo aviso— ¡Maldita mujer!

Me paré de la silla que había puesto cerca de la ventana y bajé los ojos, mirando fijamente sus zapatos.

—¿Qué deseas, hermano?— mi voz fue baja y servicial. Como debía ser.

—Necesito que prepares la comida. Hoy tendremos importantes visitas— pude sentir la emoción en su voz, pero no lo miré a la cara. No lo tenía permitido.

—¿Qué quieren comer?

—has algo sencillo pero delicioso. Nuestro invitado debe quedar conforme, ¿Te ha quedado claro?

Asentí. Girándome para guardar mi libro y alistarme para ir a la cocina, pero él agarró mi brazo.

—No he oído tu respuesta.

—Así será.

Él hizo un gesto afirmativo y me liberó. Recogí mi pelo en un moño para salir de la habitación y puse mi libro en su estante. Alí seguía dentro de la habitación, esperando a que yo terminara de hacer mis cosas para escoltarme a la cocina.

—Tienes dos horas antes de que nuestro visitante venga, ¿Está bien?

—Sí.

Alí me acompañó a la cocina en completo silencio. Mi padre no se encontraba en casa, debido al silencio. Siempre que él estaba, había gritos y olor a tabaco, pero hoy no.

La visita debía ser muy importante, ya que— por lo que logré escuchar que decía mi hermano a nuestro tío— él había ido a la sastrería para conseguir un nuevo traje hecho a medida.

Alí me dejó ahí, sola y esa fue mi señal para comenzar a preparar la comida. Por algunos minutos dudé sobre qué cocinar, pero me decidí al seguir el consejo de mi hermano: algo sencillo pero delicioso.

Durante un buen rato, herví algunas verduras y cociné la carne con fuego lento, para dejarla tierna. Mientras todo se cocía, amasé la base de la comida.

Cuando terminé, faltaba poco para las ocho de la noche. Sacudí mi ropa, sacando la harina que ensuciaba mi falda. Asomé mi cabeza hacia el comedor principal, donde unas voces llenaban el ambiente. Mi padre, junto con Alí y otro hombre conversaban de manera distendida mientras fumaban un habano.

Me pareció prudente anunciar la comida, así que entré a la estancia y bajé mi cabeza, esperando el permiso de mi padre para habar.

—¿Qué quieres, Eumur?— Mi padre giró su cuerpo hacia mí y me encogí (si eso fuera posible) más en mi lugar.

——Padre, la comida ya está lista.

—Bien. Avísame cuando todo esté servido en el gran comedor— me habló frio como siempre.

—Sí, padre.

—¿No saludas, mujer?— Una voz grave interrumpió mi salida de la instancia e hizo que me detuviera.

Saghir, amor árabeWhere stories live. Discover now