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¡FELIZ NAVIDAD, GENTE LINDA! <3 <3

Rahim

Eumur estaba parada en el medio del patio, respirando el ambiente como si quisiera absorberlo por completo.

Miré mi reloj, pensando que en unas dos horas como mucho debía irme al trabajo. Pensaba llevar a la mujer conmigo. No quería correr el riesgo de dejarla sola en mi casa y que ella viera eso como una posibilidad para huir.

―Eumur― mi esposa se giró a verme― una hora y luego nos vamos.

―¿Sólo una hora? ― hizo una especie de puchero con sus labios.

―es eso o nada, saghir, tú decides.

―bien― Eumur se volvió al frente y caminó hasta donde comenzaba el pasto. Se sacó los zapatos y empezó a caminar descalza por el centro del lugar.

Claramente, ella tenía ciertas tendencias en contra de las leyes, puesto que en el NSDPM estaba expresamente prohibido hacer lo que Eumur estaba haciendo. Ir descalza y sin la hattah podía ser penalizado.

―Eumur, ponte los zapatos.

―pero...― empezó.

―mira, saghir, o te pones los zapatos o vuelves a la habitación. Es simple. Ya bastante con estar sin el velo.

Su cara se tiñó de rojo.

―no pueden penalizarme por estar así en la casa.

Sonreí.

―pueden penalizarte, claro que pueden si yo así lo quiero― sus ojos se abrieron un poco, tal vez por miedo a que la delate― pero no lo haré, saghir― caminé más cerca de ella― como le dije a tu padre el día que nos casamos, la única persona que puede dejarte marcas soy yo.

Eumur se cruzó de brazos.

―ya lo has hecho, Rahim.

―lo sé― sonreí, recordando su cara en el momento justo en el que la humillaba― me acuerdo perfectamente de tu mueca al hacerlo.

―basta― Eumur estaba roja del cuello para arriba.

―¿Acaso no te gustaba, Eumur? ― me acerqué otros pasos, casi tocándola― cuando te llenaba con mi polla, ¿Acaso me vas a decir que no lo disfrutaba?

―lo único que disfrutaría con tu... con eso, es si alguien te la cortara.

No pude evitar soltar una risa.

―pero, esposa, gracias a eso es que estás embarazada ahora.

―¿Y cuál creías que era la principal razón por lo que no me gusta? ― me sonrió con tristeza y descubrí un destello bastante grande de sufrimiento en sus ojos.

Por un minuto, me sentí mal. Dos segundos después, me acordé. Ella no podía hacerme sentir así. Era una insignificante mujer que me debía la vida.

―ya has estado lo suficiente aquí, ve a ponerte algo para poder salir a la calle― le dije de golpe. Ya estaba hartándome su falta de colaboración― y esta vez, no olvides vestirte adecuadamente porque no haré nada en caso de que quieran penalizarte.

―pero acabas de...

―¡Me importa una mierda lo que acabo de decir! Si estoy pidiéndote que te vayas a vestir como corresponde, lo haces, ¡No me interesa si es para estar en el parque de mi casa!

Eumur cerró los ojos y cuando los abrió, varias lágrimas cayeron.

―¿Sabes? No tienes que ser tan... maleun todo el tiempo.

Saghir, amor árabeWhere stories live. Discover now