-18

9.9K 663 30
                                    

GRACIAS POR LA PACIENCIA Y EL APOYO... Y POR HABER ESPERADO MÁS DE UNA SEMANA, ¡LES ESTOY ETERNAMENTE AGRADECIDA!

Eumur.

Decir que parecía un muerto que tenía el don de respirar, era poco. Rahim me obligaba a comer, a salir de la cama para bañarme, incluso a hablar, aunque sea unas mínimas palabras al día, simplemente para insultarlo.

―come― No hablé ― te he dicho que comas― de nuevo, me quedé callada― ¡Abre tu puta boca, Eumur! ¡Estás embarazada, joder! No puedes portarte tan inmaduramente todo el tiempo.

Cerré mis ojos y dejé que unas silenciosas lágrimas cayeran.

―déjame sola, Rahim.

―no hasta que comas― Rahim se sentó en la cama con el plato sobre sus piernas ― abre la boca.

―ya lo hago yo― me incorporé y suspiré― vete.

―abre la boca― insistió.

Sabía que si no lo hacía como él quería, sería peor y terminaría llorando como una magdalena. Las hormonas estaban jugándome en contra esos últimos días, estaban haciendo que me sintiera mal, bien, que quisiera reír, llorar, todo al mismo tiempo.

―Eumur, si no abres la boca te la abriré y no podrás cerrarla de nuevo― me amenazó.

Suspiré nuevamente y me acomodé sobre la cama.

―puedo comer yo sola, Rahim. Como tú dijiste, estoy embarazada, no inválida.

―no te he dicho que estuvieras invalida, sólo que actúas como un bebé inmaduro.

―bueno, ya te he entendido― me crucé de brazos para descruzarlos cuando me di cuenta de que ese era un gesto bastante inmaduro― puedo comer sola.

―no― Rahim acercó un cubierto cargado de comida a mi cara― abre.

Lo hice, por el simple hecho de que realmente estaba hambrienta― pero jamás se lo reconocería― porque hacía casi cinco días que no probaba bocado.

―¿Lo ves? Es más fácil si cooperas, Eumur― Rahim me dio una especie de sonrisa, que pareció bastante sincera― ¿Vas a cambiar tu actitud o debo tratarte como a un bebé?

―no soy un bebé.

―pues lo pareces.

―pero no lo soy.

Rahim rodó los ojos y dejó el plato sobre mis piernas para que siguiera comiendo por mí misma. Al ver que lo hacía, sonrió.

―¿Ves que sí tenías hambres? ¿Por qué haces estos actos tan inmaduros, saghir? Que no comas sólo hará que te sientas débil, no que dejes de estar embarazada.

―¿Podrías, por favor, por un rato mantenerte en silencio?

―a ti parece gustarte mucho el silencio.

―de hecho, sí.

―pues deberías aprender a disfrutar de los sonidos que la vida nos da.

―ya no quiero más― cambié de tema y saqué el plato de mis piernas.

―has comido muy poco― Rahim frunció el ceño― y cada vez estás más delgada, saghir.

―tal vez sea que tú me sacas el apetito― intenté bromear.

―estás pasándote, saghir.

―¿Prefieres que te mienta?

―no, preferiría que cambiaras tu actitud hacia mí.

Saghir, amor árabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora