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HADHA : él

Rahim

―¡No puedes andar haciendo lo que quieras por ahí! ― le grité.

―sólo estaba mirando por la maldita ventana, Rahim. Nada más― ella también alzó la voz― deja de inventarte historias en mi contra dentro de tu cabeza, ¡Porque no estaba haciendo nada malo!

―deja de gritarme, ¡Joder!

Tal vez estaba siendo un poco injusto. Había tenido un día de mierda en el trabajo― suele pasar cuando la gente hace mal las cosas y tú pagas por ello― y cuando había llegado a la casa, Eumur estaba mirando por la ventana. Entonces, me las había tomado con ella como de costumbre.

―tú empezaste― se cruzó de brazos, por debajo del pecho― yo no hice nada, Rahim― bajó un poco la voz y me miró― simplemente estaba mirando por la ventana.

―lo sé― suspiré pesadamente y me dejé caer en el sillón― sé que no estabas intentado escapar o hacer algo― me pasé la mano por la cara― simplemente...― bufé, exasperado― déjalo, no importa.

Ella se me quedó mirando, analizándome. ¿Por qué las mujeres tenían el desgraciado don de poder leer entrelíneas?

―¿Qué te pasa? ― me increpó.

―¿Te has sentido bien? Con los mareos, los vómitos...― cambié de tema radicalmente.

―no me has contestado― se puso más firma y la observé. Así como estaba, estaba bien. Lucía como si recién se hubiera despertado, con el cabello revuelto y los ojos brillosos. Así como estaba, estaba hermosa― ¿Qué te pasa?

―tuve un mal día, nada más― las palabras se escaparon antes de pensarlas― nada que te incumba.

―se supone que debo interesarme por lo que te pasa, Rahim, ¿Lo recuerdas?

Eumur se sentó al lado de mí en el sofá y me escudriñó con la vista.

―deja de mirarme así, saghir― agarré su cara y la puse mirando al frente― no tengo nada, deja de molestar.

―¿Te estoy molestando? ― ella puso su cara de feliz cumpleaños― porque si es así, estoy cumpliendo mi propósito del año, que sepas.

―basta, Eumur― froté mis ojos― ¿Por qué siquiera te llamas Eumur?

―porque significa amor y cada uno tiene el nombre de lo que le falta― habló aun sonriente― tu nombre representa lo compasivo.

―¿Acaso yo no soy compasivo? ― pregunté, simulando estar dolido.

―sólo a veces― de repente pareció incómoda― Quâder significa poderoso― dijo con un poco de amargura― tal vez mi padre sea la excepción.

―tu padre no tiene poder, Eumur― fruncí el ceño― nadie tiene poder a menos de que los demás se lo coincidan.

―yo se lo concedí.

Al parecer, el foco de la conversación había pasado a ella. Internamente, me gustaba. Había pocas cosas que conocía sobre ella, sólo las que había notado. Como por ejemplo, que dormía con los pies destapados, sin importar el clima. O que le ponía más limón del necesario a su ensalada porque le gustaba ácida y que le tenía terror a la lluvia, en especial cuan había rayos o truenos.

―tú no le concediste nada, saghir― me acomodé, quedando de frente a ella― él tomó su derecho como padre.

Eumur suspiró entrecortado.

―¿Debería quererlo, no? Digo, es mi padre, se supone que debo quererlo― me miró, para ver si yo tenía la respuesta― ¿Cómo haces para querer a una persona que te golpea y lastima?

―no lo sé.

Y era cierto. Nunca nadie me había golpeado. Ni siquiera mi padre. ¡Y eso que le había dado varios motivos!

―porque contigo es diferente― habló― o sea, no te odio― se rio sin gracia― quiero hacerlo, sin embargo, pero hay una parte de ti que no me lo permite, que no me deja odiarte― tragó saliva fuertemente, como si dudara de decirlo o no―: cuando te preocupas por si el bebé está bien o por cómo me cuidaste el otro día de mi padre... eso, esa parte de ti no me deja odiarte.

―saghir, yo...― mierda, ni siquiera sé qué decir.

―no pretendo que lo cambies― ella se apuró en hablar― mierda, de hecho esa parte de ti me gusta, hasta que sale tu lado posesivo y controlador, como hace un rato― ella se enderezó y miró al frente― ese lado tuyo me da ganas de matarte, Rahim.

No pude evitarlo, me reí.

―¿Matarme?

Ella me empujó, también divertida.

―¡Hablo en serio!

―si, claramente― me burlé― hay una parte de ti que también me dan ganas de matarte, saghir ― le dije― en especial cuando sale tu lado salvaje de animal enjaulado y quieres irte.

―sólo he intentado irme antes de que sacaras tu lado simpático, Rahim. No lo he vuelto a intentar― tuve que reconocer que era cierto― además, no me voy a arriesgar a nada ahora― con una mano acarició su vientre, a mi hijo― no sabiendo que puedo ponerlo en riesgo.

―¿Así que es un él? ― me incliné, completamente cómodo, apoyando mi cabeza en sus piernas con mi cara hacia su panza― hola hadha ―Eumur estaba un poco tensa al principio. Supongo que porque no estábamos muy habituados a tocarnos o que yo la tocara sin que se tratara de un golpe― ¿Cómo estás?

―él dice que está bien― Eumur hablo con la voz más grave de lo normal― ¡Au! ― Eumur agarró mi mano y la puso en su estómago― creo que le gusta tu voz o que quiere patearte el culo.

―¡Eumur! ― me reí― él no va a sacar tu carácter― al menos eso espero ― él si me querrá.

―¡Oye! Yo tengo buen carácter― la miré con burla― ¡Pero si soy un amor, Rahim!

―sólo cunado duermes― luego lo pensé― ni siquiera en la cama. Incluso dormida me pateas.

―lo siento por eso― su cara se tiñó de bordó― no estoy acostumbrada a dormir con otra cosa más que con una almohada― se encogió de hombros.

―pues deberías ir acostumbrándote― ella suspiró.

―lo sé.

―creo que me voy a dormir― murmuré.

Y era completamente cierto. Estaba cansado, estaba cómodo así acostado, lo más cerca que podía estar de mi hijo y de Eumur, en una especie de tregua con mi mujer y sin nada que me interrumpiera.

―vale― Eumur pasó una de sus manos por mi pelo y lo enroscó y desenroscó por un rato. Eso parecía actuar de somnífero en mi cuerpo, porque me quedé dormido.

EqYN; 

Saghir, amor árabeHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin