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Rahim

Cuando dejé libre a Eumur y salí de la habitación luego de amenazarla por enésima vez, intentando recordarle que era yo quien tenía los pantalones en la relación, caminé a mi despacho para sentarme y pensar con claridad.

Sabía que con esta actitud no lograría mucho, más que hacer explotar su carácter rebelde y guerrero, pero no podía evitarlo. Era la única manera a la que podía recurrir para intentar evitar que algo le pasara. A ella o a mi hijo. Eumur no lo sabía, pero yo tenía la certeza de que ella estaba embarazada. Tal vez porque me había dedicado a hacer cosas que me llevaran a ese resultado. En la comida, ponía ácido fólico y todas las mierdas que podían potenciar la fecundación. Nunca usé condón mientras la follaba, jamás. Me aseguraba de acabar siempre dentro de ella.

Lo único que de lo que no tomé mucho cuidado, fue de cuidar que Eumur no se estresara. Ella me sacaba de quicio y yo la sacaba de quicio a ella. En eso se basaba nuestra relación.

Por un rato― no mucho― revisé algunos mails que tenía pendientes de mi empresa. Ya era hora de que me presentara, pero tenía que planear una buena estrategia para evitar que Eumur escapara. Tal vez la llevaría conmigo, pero eso podía ser incluso más riesgoso que dejarla en la casa.

Escuché un grito proveniente de mi habitación, que me hizo dejar la computadora para caminar sigilosamente a la puerta. Observé por la mirilla, intentando que mi mujer no me descubriera.

Ella estaba sentada en el suelo, contra la pared, aún desnuda y acurrucada en sí misma, murmurando cosas inentendibles para la distancia que había entre nosotros. Intenté prestar más atención, pero sólo logré a captar un insulto hacia mi persona.

Cuando Eumur se paró y entró al baño cojeando, me percaté de que su pie seguía realmente mal― tal vez porque no habíamos seguido las indicaciones de Abdel, mi médico personal. Necesitaba revisarlo, para evitar una lesión más grave.

En cierto punto, no me agradaba golpearla. Sobre todo al ver cómo su cuerpo se arruinaba con las marcas. Sin embargo, mi lado sádico― que controlaba, claramente― me decía que hacía bien y que siempre debía ser así, al menos hasta lograr que Eumur se doblegara ante mí. Si seguía firme como lo estaba siendo, eso sería pronto.

Volviendo a lo que estaba viendo; Eumur entró al baño y soltó un chillido. Ya no podía verla por la mirilla, así que si quería seguir haciéndolo, debía entrar y eso hice. Era mi casa, podía hacer lo que yo quisiera que nadie podía― ni tenía derecho― a decirme nada.

Eumur tarareaba una canción mientras se bañaba. No la conocía, a la canción, ni a esa Eumur. Ella parecía liberada. Tenía una bonita voz. Me hubiese gustado que ella se animar a cantar frente a mí, pero estaba más que seguro que ella no lo haría.

Tenía ganas de molestar a Eumur. Sentía la necesidad de cansarla tanto mentalmente que llegara la noche y ella se durmiera para así tener una pequeña tranquilidad de evitar que escapara― o intentara― de nuevo.

―cantas muy bien, saghir.

La escuché gruñir.

―¿No puedo siquiera bañarme sin que intentes cabrearme, Rahim?

―tengo que cuidar que no te escapes, Eumur― me apoyé contra la pared― de hecho, estoy considerando el empezar a bañarme contigo para evitar que hagas alguna cosa rara en el baño― y finalicé―: ¿Qué opinas de que saque las puertas?

―que es una excelente idea― ella sabía que yo haría lo contrario a lo que me dijera, pero no pensaba dejarla ganar.

―¡Me alegro tanto de que finalmente coincidiéramos en algo!

―¿Puedes dejar que me bañe en paz?

―no― entré al baño y comencé a sacar mi ropa― de hecho, yo también necesito una ducha, ¿Puedo unirme?

-no.

―no estaba preguntando, realmente.

Terminé de sacar mi ropa y entré a la tina. Ella intentó cubrir su cuerpo con la cortina. Al parecer no había entendido que la cortina no impediría que le hiciera algo.

―¿Crees que esto― agarré el plástico― va a detenerme de hacerte algo, saghir?

―si esto no lo impide, lo haré yo― Eumur alzó su frente, orgullosa.

Tenía que sacarle ese orgullo de alguna u otra forma.

―¿En serio? ― me acerqué, acorralándola contra la esquina debajo del agua― ¿Cómo impediste que te follara con los dedos?

Su cara estaba de un rojo furioso ahora.

―vete a tomar por...― Eumur no terminó su frase y estiró el brazo para agarrar el pote de shampoo. De nuevo la misma historia.

Rodé los ojos.

―¿De nuevo, saghir? ¿No quieres repetir lo que pasó luego, también? Tú y yo en mi cama.

―basta, Rahim, deja que tenga mi espacio, joder. Eres como un mosquito.

―no te dejaré nada, Eumur, si quiero te esposo a mí y te llevo a todos lados conmigo― medité la idea― de hecho, eso no sería tan malo, ¿No quieres pasar tiempo con tu amado esposo?

―tú de amado no tienes ni el nombre.

Me reí. Eumur era bastante ocurrente cuando quería, pero no podía dejárselo pasar si quería ganarme su respeto.

Agarré su cuello y la estampé contra la pared.

―vuelve a hablarme así y no dejaré que te sientes en días.

―¿No crees que ya me causaste el suficiente daño, maldito?

―no, Eumur. Esto es sólo el comienzo― la solté― date la vuelta.

―déjame.

―te he dicho que te gires ―Ella lo hizo de mala gana. Puse jabón líquido en mi mano y la froté en su espalda ― abre las piernas.

―ya puedo hacerlo yo― se opuso.

―no te pedí que lo hicieras, te he dicho que abras las piernas.

Lentamente lo hizo y pude enjabonar su entrepierna. El jabón se mezcló con la viscosidad del semen y sonreí. Eumur era mía. La había marcado.

―¿Ya has terminado?

―mañana irás conmigo a la empresa, Eumur. Espero que te comportes― ignoré su anterior comentario y salí del cubículo lleno de agua.

Agarré una toalla y esperé a que ella saliera.

―ni sueñes, eso si que no.

―sal― hice un gesto con mi cabeza― si no te seco yo, dormirás mojada y sin ropa.

―¿Y qué crees que elegiré? ― me dedicó una mirada llena de odio para empezar a caminar a la puerta.

Se detuvo en seco y su cuerpo se retorció hacia el frente.

―¿Estás bien?

Ella negó. Casi dos segundos después, ella estaba arrodillada frente al inodoro expulsando jugos gástricos por la boca.

―te dije que estabas embarazada.

Saghir, amor árabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora