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¿Podremos llegar a los 50 votos? :) ¡Comenten qué les parece el giro que está dando la historia! Me ayudaría mucho para darme una idea de cómo seguirla <3

Seis meses después.

Eumur

No llevaba una cuenta real de cuánto tiempo había estado en el refugio. Sabía que habían sido más de cinco meses, puesto que mi abdomen había crecido enormemente y porque mi cumpleaños ya había sido.

Tenía diecinueve.

No tuve noticias de Rahim desde el momento en el que dejó la habitación de la clínica, antes de irme, así que estaba tranquila y sin preocupaciones. Sin una amenaza.

Por ahora.

Aneesa era una de las mujeres que me salvó. Ella y Farah, realmente me habían salvado. Me habían encontrado tirada al costado de la ruta y me habían ayudado a llegar al refugio, en donde llevaba viviendo los meses que tenía lejos de Rahim.

―¿Han traído ya las botellas, Eumur? ― Farah caminó, secándose las manos luego de lavar los trastos en la pileta y me miró.

―creo que sí. Lamya estaba yendo por ella― le respondí mientras seguía cortando las papas en cubitos.

Me había dedicado principalmente a eso: la cocina. Era un trabajo que no ponía en riesgo mi embarazo y yo estaba gustosa de hacerlo, puesto que me gustaba.

―iré a fijarme. Está tardando mucho― Farah dejó la toalla que estaba usando para secarse y se fue por la entrada trasera.

El lugar no era muy pintoresco que digamos. Se parecía más a una enorme cueva que a otra cosa. No teníamos electricidad, ni agua potable― por eso Lamya había salido a buscarla, a un lago cercano― pero se estaba bien.

Había una sola ventana y se las habían ingeniado para hacer un sistema de luz― como los egipcios― para poder iluminar el refugio. A pesar de la poca ventilación, yo estaba bien.

Tenía comida, agua, estaba con gente que me trataba bien y no tenía cerca ni a Rahim ni a mi padre o Alí.

No podía estar mejor. Excepto por una cosa:

―joder, hijo― le hablé a mi panza. Debía parecer una loca― entiendo que estés aburrido en mi útero, pero no me des patadas, Wallah!*

Ya hacían tres o cuatro días que venía sintiendo patadas― que hasta ese momento no sabía que eran contracciones― por parte de mi bebé.

Todavía no sabía cómo llamarlo. Ni cómo haría para criarlo en una cueva. Ni cómo crecería rodeado de mujeres rebeldes. Ni cómo...

―hoy habrá luna llena― Lamya le comentó a Farah mientras ambas entraban a la parte de la cocina― Eumur, ¿Estás bien?

―ajá― pasé una de mis manos por la frente, sacando el sudor― estoy un poco acalorada, nada más.

Farah se acercó.

―ya has estado mucho rato parada, siéntate, vamos― pasó una de sus brazos por mi hombro y me guio a una de las tantas sillas dispersas por el lugar― ¿Cómo está nuestro pequeño bebé hoy?

Había tres cosas que me hacía distinguir entre todas las mujeres ahí. Primero, estaba embarazada. Segundo, era la más chica― la mayoría iba de los veinte a los cuarenta ― y yo acababa de cumplir diecinueve. Tercero, mi esposo era bastante más peligroso que los demás hombres a los que esas mujeres estaban unidos.

―él está un poco movedizo hoy― les comenté― creo que en cualquier momento saldrá― bromeé.

Si supiera.

Saghir, amor árabeWhere stories live. Discover now