3. Y entonces, ¿a qué esperamos?

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Clarke sale de aquel baño, en el que acaba de perder la razón entre los brazos de una sexy camarera, y se acerca a sus amigas, que siguen bailando en la pista ajenas a todo.

— ¿Clarkie, estás bien? — pregunta Raven sin dejar de bailar.

— Sí, perdonad chicas. Creo que voy un poco pasada de copas y no me encuentro muy bien.

— ¿Quieres que nos vayamos? — pregunta Octavia algo preocupada por su amiga al fijarse en sus visibles mejillas rojas.

— No chicas, no quiero cortaros el rollo — Clarke mira el reloj de su muñeca y ve que quedan 30 minutos para las 3 – Si en un rato sigo encontrándome mal, cogeré un taxi y me iré sola. Vosotras podéis seguir con la fiesta.

— De ninguna manera, Griffin. No pienso dejar que te vayas sola – aunque no piensa decirlo en alto, adora que Octavia, su mejor amiga en el mundo, se preocupe por ella de esa manera.

— Tranquila O., se cuidarme sola. El taxi me dejará en la puerta de mi casa, así que no podré perderme — dice riéndose, poniendo los ojos en blanco.

— Está bien, no insisto más — la morena achina los ojos, extrañada por la actitud de su amiga y esa extraña sonrisita que asoma por sus labios.

Siguen bailando sin parar. Clarke no deja de mirar su reloj, a la vez que, de vez en cuando, observa de reojo como los verdes e intensos ojos de Lexa no dejan de mirarla, mientras seca unos vasos detrás de la barra. A los veinte minutos, ve cómo Lexa le enseña sus braguitas con una sonrisa en la boca y se mete hacia el almacén para recoger sus cosas.

— Chicas, definitivamente creo que me voy. No os preocupéis, mañana hablamos — Clarke se despide de sus amigas que enseguida le dan un abrazo conjunto.

— Mejórate, anda. Mañana te llamo — Octavia le da un beso en la mejilla.

— No te preocupes, estaré bien.

Clarke se aleja de la pista sintiendo como sus pies se mueven por inercia, como si fueran atraídos por un imán. Un imán de ojos verdes y un cuerpo de infarto, que tiene una voz tan sensual, que cada susurro de promesas lujuriosas que le ha dado pasea por su mente, animándola a seguir caminando sin mirar atrás.
Sale por la puerta de aquel local, sintiendo que está loca por lo que está a punto de hacer. Una vez fuera, mira hacia los lados para asegurarse de que nadie la ve y se dirige a la parte de atrás del local.

Por su parte, Lexa ya ha acabado de recogerlo todo. Se ha despedido de su jefe con una sonrisa de oreja a oreja, y se encuentra apoyada en una de las paredes de la parte exterior trasera de la discoteca, fumándose un pitillo, esperando a que la dueña de sus deseos de esa noche aparezca. Y no se hace derogar. Justo cuando tira al suelo la colilla de aquel consumido cigarro, Clarke aparece de entre las sombras, con una sonrisa tímida en el rostro, lo que le parece algo tremendamente adorable y sexy. Cada gesto, cada movimiento que esa chica hace, le vuelve loca.

Clarke se acerca con paso lento pero firme a esa camarera tan sexy que la espera con su chaqueta de cuero y una pierna flexionada apoyada en la pared. Cuando por fin llega hasta ella, sin decir nada, Lexa se endereza, le agarra de la cintura y la empotra contra la pared, encontrándose atrapada entre ésta y el cuerpo de su espontánea amante.

— Hola de nuevo, preciosa — susurra con voz suave y sensual a escasos milímetros de sus labios, tentándolos — ¿Has venido a por tus braguitas?

— Sí... — suelta Clarke tragando saliva, notando como vuelve a excitarse al tenerla tan cerca.

— ¿Vives muy lejos? — Lexa entreabre sus labios, y lame suavemente el labio inferior de la rubia, mordiéndolo segundos después, tirándolo hacia ella.

Adicción ProhibidaWhere stories live. Discover now