9. ¿Qué cojones te pasa, Clarke?

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Clarke entra corriendo a la parte de atrás y se para justo delante de la puerta del almacén que se encuentra cerrada. Desde fuera se oyen perfectamente los ruiditos que la camarera y esa rubia están haciendo detrás de la puerta. Pone la mano sobre el pomo y abre de forma agresiva la puerta, encontrándose a las dos chicas comiéndose a besos apoyadas en la pared.

— ¡Qué coño está pasando aquí! — exclama la rubia llena de ira haciendo que las dos chicas dejen de besarse y la miren sorprendidas.

— Joder, Griffin, ¡qué susto! Creía que eras Nathan — suelta Lexa riéndose nerviosa, separándose de la chica.

— ¿Y está quién coño es? — pregunta Costia frunciendo el ceño, molesta porque esa extraña las haya interrumpido.

— ¿Te importaría salir? — pregunta Clarke mirándola con cara de enfado, poniendo un tono demasiado serio — tengo que hablar de una cosa con Lexa. A solas.

— ¿En serio? — Costia mira a Lexa esperando que la defienda. Pero la camarera se ha quedado un poco en shock ante la reacción de Clarke — ¿No piensas decirle nada?

— Costia, será mejor que te vayas. Luego te busco — dice la camarera sin siquiera mirarla. En realidad esa chica le trae sin cuidado. No puede apartar los ojos de la mirada furiosa de Clarke.

— ¡Esto es increíble! Podrías haberme dicho que tenías novia — dice la chica largándose, no sin antes apartar a Clarke de un golpe en el hombro al salir por la puerta.

Clarke vuelve a cerrar la puerta y se gira para mirar a Lexa, con la misma expresión de cabreo.

— ¿Qué pretendes, Lexa? — pregunta viendo que la camarera permanece inmóvil sin saber qué decir.

— ¿Yo? ¡Qué pretendes tú! Entras aquí con esa cara de enfado interrumpiéndome mientras estaba liándome con esa tía buena. ¿Qué cojones te pasa, Clarke?

— Eres increíble, de verdad — resopla frustrada.

— ¿Estás celosa? — Lexa levanta una ceja, sonriendo de lado.

— ¿Celosa yo? — suelta un ¡JA!

— No entiendo nada, Clarke. ¿A qué viene esto? Tú te lo estabas pasando muy bien con tus amigas, así que yo también he decidido pasármelo bien a mi manera — dice mirándola. Está empezando a ponerse nerviosa y no entiende la reacción de la rubia.

— ¡Eres tan frustrante! ¿Crees que no he visto cómo te has pasado el rato mirándome? ¡Incluso mientras ligabas con esa rubia de bote! — hace un gesto con el brazo señalando hacia el exterior de aquel almacén. Siente como la rabia y los celos se apoderan de ella sin poder controlarlo.

— Sí, lo he hecho, no te lo voy a negar. Yo no soy como tú — la mira desafiante.

— ¿Cómo yo? ¿Qué quieres decir con eso? — se cruza de brazos, sin entender esa acusación.

— ¿Qué haces aquí, Clarke? — pregunta sin dejar de mirarla. Aunque sabe perfectamente la respuesta.

— He venido a...a pasármelo bien con mis amigas — intenta sonar lo más convincente posible, aunque el temblor en su voz indica todo lo contrario.

— Ya, claro, y no existen más discotecas en Nueva York ¿verdad? — se ríe irónica — tienes que venir a mi puto trabajo a volverme loca. En serio ¿qué pretendes viniendo aquí?

— Yo... — no sabe cómo responder a eso. Bueno, en realidad sí lo sabe, pero no quiere admitirlo.

— Déjame que responda por ti, Clarke. Has venido aquí, porque sabías que estaría yo. Porque querías verme. Porque aunque pretendas negarlo sé que te mueres de ganas de que te vuelva a follar y te haga sentir lo que sentiste aquella noche ¿verdad? ¿Tan insatisfecha te deja mi hermano o qué?

Adicción ProhibidaWhere stories live. Discover now