33. Confesiones

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Hasta ese momento, Clarke estaba segura de que a Lexa le había ido todo estupendamente bien durante estos 5 años sin ella, viendo el trabajo que tiene, la fama, el dinero, el Ferrari, la casa...no esperaba esa confesión por nada del mundo.

-         ¿Qué has dicho? – pregunta alejándose de la puerta, acercándose de nuevo a Lexa.

-         Soy alcohólica, Clarke, por eso no tengo alcohol en casa - baja de nuevo la mirada al ver como la rubia se acerca a ella con esa mirada de pena que tanto odia en la gente – por favor, no me mires así, odio cuando la gente me mira así – suplica aún sin mirarla.

-         Pero... - Clarke acaricia su brazo suavemente, intentando que Lexa la mire a los ojos.

-         No, Clarke, para – la castaña se aparta de ella, saliendo a la terraza a toda velocidad.

Por un lado, Clarke entiende su reacción, no debe ser nada fácil hablar de algo así, pero por otro lado, ese lado que aunque lo intente negar sigue queriendo a Lexa, necesita saber más, necesita saber por lo que ha pasado durante este tiempo en el que han estado separadas. Respira hondo y se decide a salir detrás de Lexa después de esos segundos de autorreflexión.

Cuando sale, se encuentra a la castaña de pie, abrazándose a sí misma, completamente en silencio, mirando fijamente hacia las luces de la ciudad que gobiernan toda la vista desde aquella terraza. No sabe si por inercia, por una vieja costumbre o simplemente porque necesita sentir el cuerpo de Lexa contra el suyo para reconfortarla en ese momento, la rubia la abraza por detrás, entrelazando sus manos en su abdomen, colocando su barbilla entre el hueco del cuello y el hombro de Lexa. Se mantienen en silencio por unos segundos, mirando hacia el frente pero sin soltarse, la ex camarera respira hondo y gira ligeramente su rostro hacia el lado donde Clarke está apoyada, encontrándose su cara muy cerca, demasiado, el olor de la rubia inunda sus fosas nasales, cómo echaba de menos ese exquisito olor. Siguen sin pronunciar palabra alguna, sin querer, los ojos de Clarke van a parar a los carnosos labios de Lexa, y ésta, atraída por ese sexy lunar y esa cercanía de escasos centímetros, también mira los de la rubia.

-         Lo siento, Clarke, no...no quería reaccionar así – dice Lexa rompiendo el silencio, siguen sin separarse, Clarke incluso ha sentido el aire de la disculpa de Lexa golpeando sus labios.

Se miran a los ojos, siguen cerca, demasiado cerca para dos ex amantes que pierden el control fácilmente cuando están juntas. Cuando los azulados ojos de Clarke bajan de nuevo hasta los labios de Lexa, la rubia carraspea y deja de abrazarla dando un paso atrás, sintiendo el repentino frío que deja en su cuerpo esa separación.

-         No te preocupes, Lexa, lo...lo entiendo – Clarke se toca el pelo nerviosa, odiando interiormente todas y cada una de las sensaciones que siente cada vez que tiene a Lexa tan cerca.

-         Ven – Lexa le ofrece su mano, invitando a Clarke a que la acompañe hasta una de las hamacas cercanas a la piscina.

Clarke duda unos segundos mirando la mano que Lexa le ofrece, la mira de nuevo a los ojos, esos ojos verdes que siempre hablan tanto por la ex camarera sin necesidad de decir nada, y sin titubear más, entrelaza sus dedos y la acompaña.

La castaña se sienta delante de ella en otra de las hamacas soltando su mano, queriendo poner una distancia prudencial entre las dos, ella también ha sentido el calor de su cuerpo cuando la ha abrazado, y no, no quiere dejarse llevar y cagarla de nuevo, Clarke le importa demasiado, puede que entre ellas el sexo haya sido casi lo más importante desde el principio, que por la simple atracción que sienten es fácil dejarse llevar y joderlo todo, pero no, no quiere volver a ser un error en su vida, ser siempre su error duele demasiado, porque ella le enseñó que el contacto físico no lo es todo, que el sexo con ella va mucho más allá de un simple contacto, que se puede sentir con el corazón y no solo con el cuerpo, y no, esta noche no quiere volver a ser ese maldito error del que arrepentirse.

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