14. ¿Crees que debería hacerlo?

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Ha pasado una semana, una semana con sus sietes días, siete días en los que Lexa ha sido incapaz de levantar cabeza y en los que no ha vuelto a saber nada más de Clarke. Pasa muchos minutos al día observando la pantalla de su móvil nuevo, quizá demasiados, muriéndose por escribirla o llamarla, quiere disculparse por sus maneras, pero sabe que si lo hace, será incapaz de controlarse de nuevo, y aunque esté aterrada con la idea de mantener una relación con alguien, a cada segundo que pasa pensándolo, más se imagina intentándolo con Clarke, después se ríe irónicamente, sabiendo que eso es algo imposible por muchas razones, la principal y más importante, su hermano. Sabe que si Bellamy se entera de lo que ha pasado entre las dos, nunca podrá perdonárselo, y ella no quiere perder a su hermano, aunque no haya actuado bien con el tema de Clarke, ella le quiere mucho, siempre ha sido su apoyo, desde el primer momento siempre la quiso como a una verdadera hermana aunque fuera adoptada, y aunque no se vean tanto como quisieran, sabe que siempre estará ahí, siempre hasta que se entere de lo que ha estado haciendo con su novia, de lo que siente por ella y de que su novia también siente lo mismo. En menudo lío se ha metido, ella que siempre huía de los dramas, que nunca ha querido problemas, solo vivir a su manera, y ahora se encuentra a sí misma metida en el mayor de los líos, sin saber cómo salir de él.

Decide salir del almacén donde se encuentra escondida sentada en una de las cajas de bebida, una vez más con el móvil en sus manos, deseando saber qué hacer con su vida ahora que se siente tan perdida. Suspira antes de cruzar la puerta, falsea una sonrisa que no le apetece poner y se dirige a su puesto de trabajo, a seguir sirviendo copas una noche más.

Clarke por su parte, tampoco ha pasado la mejor semana de su vida, ha evitado a Bellamy todo lo que le ha sido posible, escudándose en su trabajo, en el que tampoco se ve capaz de concentrarse del todo. No consigue sacarse a Lexa de la cabeza, por muy enfadada que esté con ella, lo que han vivido ha sido real, ella nunca se ha dejado llevar de esa manera, siempre ha actuado de manera coherente, hasta que esa mujer de pelo castaño y ojos verdes se cruzó en su vida, trastocándola por completo. Se encuentra revisando varios papeles de un caso sentada en su mesa de la comisaría, a penas sin prestarles atención, mirando de reojo de vez en cuando su teléfono que está sobre la mesa, por si Lexa se decide a escribirla o llamarla. Una semana sin saber nada de ella, y se le ha hecho incluso más larga que esos 25 días que estuvieron sin verse. Necesita hablar con ella de alguna manera u otra, no le ha escrito ni hablado por orgullo, o quizá simplemente por el miedo de volver a recibir una rotunda negativa por su parte. No puede seguir así, no sabe qué hacer, solo sabe que quiere y necesita verla.

El pobre Bellamy no entiende la actitud de su novia, pero la quiere tanto, que respeta que necesite estar sola, aunque no sepa el motivo, él le da su tiempo, confía ciegamente en ella, y Clarke lo único que ha hecho, es traicionar esa confianza y encima enamorarse de alguien más que cercano a él. Ella le quiere a su manera, por mil y una razones, pero cada vez que le ve, solo puede ver a Lexa, y eso le duele, le duele tanto, que cada vez tiene más claro que no puede seguir con él, pero simplemente, lo está alargando por cobardía.

Cuando por fin termina el dichoso papeleo, coge su chaqueta de piel azul, sale de comisaría cual rayo, y se dirige al único sitio donde puede ver a Lexa sin que ésta lo pueda evitar.

Mientras la camarera sirve copas detrás de la barra, divisa a un grupo de chicos en la pista actuando de forma extraña. Uno de ellos, les está vendiendo algo a los demás que provoca que todas las alarmas de Lexa salten, lo que le faltaba para acabar de arreglar su perfecta semana, un idiota vendiendo droga a sus clientes. Si hay algo que no soporta son las drogas, odia lo que le hacen a la gente y no piensa permitir que eso pase en su casa. Salta la barra rápidamente cual atleta y se dirige a la pista casi sin pestañear. Se enfrenta al chaval que está vendiéndola, provocando que los posibles compradores huyan despavoridos por la discoteca. El chico le saca una cabeza a Lexa, parece un armario empotrado, pero eso no acobarda a la camarera en ningún momento, ni cuando éste le planta cara. Los chicos de seguridad aparecen a los pocos minutos, consiguiendo disuadir la casi pelea que estaba a punto de empezar y echando al traficante del local, mientras éste amenaza a gritos a Lexa diciéndole que se va a arrepentir.

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