54. Nervios

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6 meses después

Lexa lleva trabajando en la noche toda su vida, pero esta vez, en esta nueva etapa, ha decidido montar un negocio que le permita tener horarios más normales y poder compaginarlos más fácilmente con los de Clarke.

Los últimos preparativos para montar el restaurante están listos, la reunión en Barcelona casi 6 meses atrás para firmar el contrato con su nuevo socio Jordi, el dueño de Acontraluz, para montar un restaurante de comida española en Nueva York fue como la seda, y ahora, con el local ya montado, uno de los mejores chefs a su cargo, los cocineros elegidos, y los mejores proveedores contratados para que pese a los kilómetros la calidad de los productos siga siendo exquisita, Lexa siente los nervios recorrer sus entrañas por esta nueva aventura.

Pero ahí está Clarke, mirándola como si fuera una de las siete maravillas del mundo, como si fuera la cosa más perfecta que sus ojos jamás pudieran contemplar, con esa preciosa sonrisa que sigue provocando un hormigueo por todo su cuerpo cada vez que aparece.

Y es que esos seis meses no han sido todo lo fáciles que seguramente esperaban, ambas son dos mujeres de carácter fuerte, con dos personalidades que chocan más de lo que quisieran, y es que el amor es muy bonito, pero a veces, el amor no lo es todo. ¿Quién fue el imbécil que dijo que cuando amas a alguien todo lo demás no importa? Porque eso es una de las mayores mentiras que existen en esta vida y seguramente esa misma persona nunca ha intentado tener una relación de verdad.

Por suerte para Clarke, con el paso de los días, la castaña ha aprendido a combatir su testarudez y su carácter, una testarudez que sigue intentando controlar por el bien de su relación. Lexa tampoco se queda atrás, y es que con los nervios a flor de piel por el montaje de su nuevo trabajo, el cambio de ciudad, el tener que de repente acostumbrarse a vivir con alguien, y la falta de libertad a la que estaba acostumbrada que eso conlleva, a veces le llega a hacer pensar que se precipitó un poco al pedirle a la rubia irse a vivir juntas, quizá no estaba del todo preparada, aunque todas esas dudas se le pasan en cuanto ve su preciosa sonrisa al llegar a casa después de un día duro, o cuando abre los ojos por las mañanas y la primera imagen que ve es a esa maravillosa e increíble mujer durmiendo a su lado.

Pero aunque ambas intentan que todas esas cosas no les afecten, las continuas discusiones siguen siendo parte de sus días de convivencia, la mayoría de las veces suelen ser por tonterías, una camiseta tirada por el suelo que a Lexa le saca de quicio, algunos granos de arena de las gatas esparcidos por el baño que Clarke pisa yendo descalza y acaba culpando a Lexa, platos que no se lavan solos después de comer, y esa clase de chorradas domésticas que acaban en tontas discusiones que pronto se arreglan con una charla más civilizada y un increíble sexo de reconciliación. Y es que si hay algo que sigue funcionando entre ellas pese a todas las discusiones, es esa irrefrenable pasión que las une, esa química que tienen desde que se vieron por primera vez, esa atracción que por mucho que choquen en palabras, les impide estar separadas o enfadadas por mucho tiempo, tiempo que sobre todo han dedicado a estrenar y reestrenar a su manera cada habitación, rincón y mueble de su gigantesca casa.

Aunque por supuesto el deseo no es lo único que las hace seguir juntas, ambas se quieren, se adoran, después de todo ya no saben vivir la una sin la otra, y esas estúpidas peleas, esos choques tontos que en el fondo no llegan a tener importancia, lo único que de verdad consiguen es que esos sentimientos vayan a más. Quizá no sea la mejor de las relaciones, quizá haya gente que hasta pueda pensar que es una relación un poco tóxica, quizá no sea esa relación perfecta e idealizada que todo el mundo aparenta tener, cada una tiene sus manías y en la convivencia tarde o temprano es normal que acaben saliendo. Pero siguen juntas, luchando por esa relación que ambas quieren, con sus momentos buenos y sus momentos malos, conociéndose un poco más día tras día, hablando de todo y de nada, compartiendo momentos cotidianos y discusiones tontas. Cualquiera que las vea juntas puede darse cuenta de que están la una loca por la otra solo observando la manera en la que se miran, como si sus mundos se pararan cada vez que azul y verde se encuentran, como si esas miradas fueran capaces de gritar a los cuatro vientos lo mucho que se quieren sin necesidad de decirlo en voz alta.

Adicción ProhibidaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora