25. ¿Estás loca?

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Clarke está rellenando unos informes en la mesa de su comisaría, le duele un poco la cabeza y se frota la sien, la pasada noche fue bastante larga, después de salir del G Lounge, se pasó las horas sentada en el sofá de su apartamento junto a Octavia, contándole toda su historia con Lexa, y ahora, esas horas perdidas de sueño, le están pasando factura. Aunque por muy cansada que esté, se alegra de habérselo podido contar a su mejor amiga y que ésta se lo tomara tan bien, lo necesitaba, necesita tener alguien con quien desahogarse de vez en cuando, y Octavia siempre ha sido esa persona y no quiere que eso cambie pese a sus circunstancias.

El ascensor de la comisaría suena, indicando su llegada, y como si pudiera sentirla de alguna manera, Clarke levanta la mirada y se sorprende al ver a Lexa saliendo de él, con una bandeja con dos cafés en la mano y una sonrisa dibujada en la cara.

Clarke se levanta por inercia, bastante alterada y se acerca a ella.

-         ¿Qué haces aquí? – susurra intentando que los demás presentes en aquella comisaría no le oigan.

-         Buenos días a ti también, Inspectora Griffin – no cesa su sonrisa, y eso descoloca a Clarke – he venido a verte y a contarte algo importante.

-         ¿Y no podías esperar? No creo que sea buena idea que vengas aquí, podrían vernos, Lexa – sigue susurrando, dejándose llevar por los nervios de poder ser pilladas por alguno de sus compañeros – Ven – la coge del brazo con nerviosismo y se adentran en la sala de descanso de la comisaría.

Clarke mira hacia todos lados, y cierra la puerta.

-         ¿Estás loca? ¡Podría habernos visto Lincoln! – exclama tocándose el pelo.

-         Clarke, ¿quieres calmarte? ¿Qué es lo que habría visto? ¿A una amiga que le trae café a otra? No creo que eso sea sospechoso.

Clarke la mira unos segundos en silencio, se siente idiota por ser tan paranoica.

-         Perdona Lexa, tienes...tienes razón – suspira intentando calmar su repentina alteración.

-         Tranquila, en el fondo estás muy adorable cuando te pones histérica – sonríe dejando los cafés sobre la mesa de aquella sala – siéntate, tengo algo que contarte.

-         Me estás asustando – se sienta delante de ella, sin dejar de mirarla con cara de preocupación.

-         He hablado con Bellamy – suelta de repente, dándole un sorbo al café, haciendo que el corazón de Clarke se salte un latido.

-         ¿Qué? – sus ojos se abren tanto que casi podrían salirse de sus cuencas.

-         A ver Clarke, respira – pone una mano sobre su rodilla, mirándola a los ojos, no puede evitar que se le escape una risa al ver la expresión de terror de Clarke – no es lo que piensas, no le he contado lo nuestro, si así fuera, no estaría tan tranquila – vuelve a reírse y Clarke la mira confundida.

-         ¿Entonces? – coge el café, y sin dejar de mirarla, le da un sorbo, intentando calmarse.

-         A ver, voy a empezar desde el principio – suspira, poniéndose un poco nerviosa sabiendo que lo que va a contarle puede que haga que se ponga más histérica – ayer por la mañana vino mi madre a verme y me contó algo, algo que me dejó bastante preocupada, pero no quiero que te enfades porque ya lo he solucionado.

-         Lexa me estás poniendo de los nervios, ¿qué pasa? – Clarke se remueve en su silla, completamente nerviosa.

-         Mi madre lo sabe todo.

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