22. La reina del drama

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Clarke sabe que no puede alargar más este momento así que respirando profundamente, descuelga el teléfono y se lo acerca a la oreja con temor.

-         Hola... ¿Ocurre algo? - su voz suena algo temblorosa, que la llame así de repente por la noche, después de tantos días, no puede significar nada bueno.

-         Hombre, ¡si estás viva, doña inspectora importante!, tan ocupada como para no cogerme el teléfono o contestar a mis mensajes – el enfado en su voz la hace temer más por la razón de la llamada y mira de reojo a Lexa, la cual la mira confundida al ver el temor en sus ojos – ¿Dónde coño estas Griffin?

-         Estoy en casa.

-         ¿En casa? ¡Entonces es que tienes una sordera muy grande! – exclama agravando su enfado.

-         ¿Qué? ¿Por qué? – Clarke siente como se le acelera el pulso.

-         Llevo diez minutos delante de tu puerta llamando al timbre sin parar, así que no me mientas, sabes que a mí no puedes mentirme.

Clarke suspira, sabe perfectamente que no puede mentirle, no, no sabe mentirle sin que la pille y menos si de verdad está delante de su casa.

-         ¿Piensas decirme dónde coño estás? – pregunta perdiendo la paciencia ante el silencio de Clarke – llevas días sin dar señales de vida, ¡y ahora encima me mientes! ¡En toda mi cara!

-         Estoy...estoy en...en casa de una amiga ¿Qué quieres Octavia? – la corta antes de que siga gritándole por el teléfono.

-         ¿Que qué quiero? Pues saber de ti, saber que narices está pasando en la vida de mi mejor amiga, la cual me tiene completamente abandonada y ni siquiera se ha dignado a llamarme para contarme que ha dejado a su novio, me he tenido que enterar por Linc, ¿sabes cómo me sienta eso?

-         ¿Y Lincoln cómo se ha enterado? – la pregunta de Clarke hace que Octavia aún se enfade más.

-         ¿Eso es lo único que te preocupa? Pues se lo ha dicho el chico escritor, razón de más para estar completamente cabreada contigo, hasta ellos, que tampoco es que haga tanto que se conocen, se lo cuentan, y tú, mi mejor amiga, no eres ni capaz de hacerlo.

-         Lo siento O., de verdad, he estado bastante liada estos últimos días y... ¿te importa si lo hablamos en otro momento? Ahora mismo estoy un poco ocupada.

-         Ah no amiga, ¡ni pienses que te vas a salir con la tuya así de fácil!, pienso tenerte aquí retenida al teléfono hasta que me lo cuentes, por nada del mundo voy a dejar que me convenzas para otra cos...

-         ¿Te lo cuento mañana tomándonos un Thai Chi Latte de esos tan caros que tanto te gustan en el Starbucks que hay cerca de la comisaría? Invito yo, por supuesto – se le escapa una sonrisa, sabiendo que va a ser incapaz de resistirse a ello.

Pasan unos segundos de completo silencio en los que Clarke podría jurar que escucha los latidos de su propio corazón repicando en su cabeza.

-         Vale...pero no pienses que ese riquísimo y carísimo té va a salvarte de mí interrogatorio, no, no, este tiempo de incertidumbre te va a costar más caro que un té, querida rubia misteriosa – Clarke sabe perfectamente que su amiga está moviendo el brazo cómo tanto le gusta hacer, sobre todo al escuchar el chasquido que hacen sus dedos acompañando ese vacilante movimiento.

-         Está bien Octavia...nos vemos mañana a las 10 allí, y lo siento.

-         Mañana sí que lo vas a sentir – esa amenaza por un momento provoca que Clarke se ría nerviosa.

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