21. El juego de Clarke

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Por fin llegan los últimos repiqueteos en el plato, indicando que están vacíos, que ya han acabado de cenar, y aunque solo han pasado unos pocos minutos, el ansía de Lexa por saber lo que Clarke le tiene preparado y el de la rubia por ver su reacción, han hecho que pasaran más lentos de lo que realmente lo han hecho.

-         Ya estoy – sonríe Lexa mirándola orgullosa y ansiosa a la vez, con comida aún en su boca – explícame el juego.

-         No corras tanto, Woods – Clarke se levanta del sofá y recoge los platos y vasos de la mesa, llevándolos a la cocina mientras Lexa se queda sentada en el sofá sintiendo cómo se va impacientando más y más.

Escucha como Clarke trastea por la cocina, y su curiosidad casi la lleva a levantarse e ir hacia ella, pero decide esperarse justo donde está, no quiere estropear la sorpresa de lo que sea que Clarke le está preparando.

-         Lexa – Clarke se asoma por la puerta, haciendo que la camarera la mire.

-         ¿Sí? – pregunta algo nerviosa.

-         ¿Puedes hacerme un favor?

-         Sí, claro, pide por esa boquita – levanta una ceja a modo seductor.

-         Desnúdate – lo dice con esa voz ronca tan sensual que Lexa se alegra de estar sentada, porque si no, seguro que se hubiera caído de bruces al suelo.

-         ¿Perdona qué? – suena sorprendida y eso provoca una sonrisa en Clarke.

-         Que te desnudes, y más que un favor, es una orden – se muerde ligeramente el labio después de soltarlo otra vez con esa voz tan ronca y sensual que la vuelve loca y Lexa no sabe si hacerle caso o salir corriendo hacia ella y empotrarla contra la encimera de la cocina.

-         Pero no llevo sujetador – Lexa se encuentra excitada, confundida, pero muy excitada.

-         Mejor... - se mete de nuevo en la cocina, dejando a la camarera boquiabierta.

Siente el calor recorrer sus mejillas solo con imaginarse a Clarke susurrando ese 'mejor' con esa jodida ronca voz que tiene en su oído, y aunque nota como le tiemblan hasta las manos, empieza a sacarse el pantalón y la camiseta, dejándolos tirados por el suelo, sin importarle lo más mínimo el desorden que eso provoca.

Unos segundos después, segundos que a Lexa le parecen interminables minutos en los que su corazón le golpea el pecho sin parar, Clarke sale de la cocina, y los ojos de la castaña casi se caen al suelo de tanto que se abren, ya que delante de ella, está Clarke solo vestida con un conjunto de sujetador y braguitas de encaje negro y un bol en la mano.

-         ¿Preparada? – Clarke alza el bol poniéndolo en la palma de su mano, situándose frente a ella, posando cual modelo.

-         No sé para qué, pero creo que empieza a gustarme este juego – la mira de arriba abajo, embobada con la perfecta imagen de una semidesnuda Clarke en su pose más sensual, esa mujer es una jodida diosa y va a provocar una combustión espontánea en su cuerpo cómo siga en esa pose – no sé qué trae en ese bol, inspectora Griffin, pero yo ahora mismo podría empezar a arder.

-         Bien, eso es perfecto para lo que tengo pensado – ladea una sonrisa que de nuevo provoca que Lexa se estremezca de arriba a abajo – túmbate – el tono autoritario con el que lo dice hace que Lexa le haga caso al instante.

La rubia deja el bol sobre la mesa y por fin Lexa puede descubrir lo que hay en él al ladear su cabeza.

-         ¿Hielo? – se sorprende por un momento hasta que las intenciones de Clarke se le vienen a la mente.

Adicción ProhibidaWhere stories live. Discover now