Alas

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Extra.

Aidén.

Muy pocas veces daba una visita al imbécil de su hermano mayor, aveces Klaus podía ser tan detestable como un grano en el culo.

Y era mucho decir dado la inexpresividad de su hermano. Otro punto era el hecho de que los dos tenían distintas personalidades, Klaus era tranquilo, amargado, serio, seguía las normas y en cuánto a él, totalmente lo opuesto, siempre fue, desobediente, altanero, egocéntrico, rebelde y con un sentido de humor muy sarcástico y feliz oh si, y malditamente apuesto.

El kombo perfecto para ser la espina de Klaus, siempre habían chocado en ciertos temas pero de ahí las cosas entre los dos se podía decir que eran normales, bueno, casi normales, Aiden le había dado la espalda a su propio hermano al momento de tomar la decisión de caer y lo hubiera hecho sino fuera por el echo de que su adorada madre, si, sarcasmo, lo había persuadido para no seguir a Klaus, por eso la tensión alta entre ellos y de ahí en fuera Klaus lo adoraba el era su hermano menor y además de que era un bombón irresistible con sus berrinches.

— no eres un cobarde Aiden –se auto ánimo así mismo– todo con calma...

Estaba más nervioso que su primera ves teniendo sexo y eso que su primera vez fue una orgía con mujeres y hombres, eso había sido tan jodídamente perfecto.

Su bisexualidad no era un problema, el gran hombre había aceptado esa parte suya y lo dejo tener su propio albedrío, pero siempre se había inclinado un poco más hacia los hombres.

Divisó el castillo por las Torres altas e imponentes, diseño gótico de la edad de oro, el frío en el informe o indicaba la perdida de sus dos princesas, Bataista y Kai.

Genial, tendría que aguantar el mal humor de su queridísimo hermano mayor.

En estos momentos se alegraba de tener el cabello amarrado en una coleta, negro desde la punta de la cabeza hasta la mitad y de ahí rojo sangre, le gustaba cambiar de loock.

Sus brazos estaban ahora llenos de tatuajes, cada uno significa una cosa en su vida inmortal, arqueó las alas para descender con la ayuda de las ráfagas de viento, oh mira quién estaba ahí esperándolo afuera su adorado hermano y su perfecta cara sonriente..

Sostuvo su cuerpo hacia arriba para luego posar los pies en el suelo de mármol negro, el largo cabello de su hermano sujeto en una coleta ondeaba, siempre negro con puntas azules turquesas.

— Hola, yo también te extrañaba –digo nada más llegar– yo se que tu también.

Klaus no hizo nada, ni una mueca, vaya felicidad el también brincaba de alegría. Como no iba a recibir una invitación de entrada opto por auto invitarse, el siempre de amable.

Plegó sus alas a su espalda cuando entro por la gran entradas de unas de las Torres, sus pasos sonaban como una música de drama de terror.

El lugar era austero y lujoso, desde los cuadros hasta los sillones de piel, tenía tiempo que no venía, la última ves fue cuando nació Hex, la curiosidad lo hubo matado esa vez para conocer al gordito de Hex, un bolita rubia y risueña.

Le había encantado, siempre que Hex visitaba a Mariketa el estuvo para robar tiempo con su sobrino, y detestaba las veces que el idiota de Hex lo hubo casi dejado con cabello. Eso tiempos inmemorables.

— Veo que aún conservas la estatuilla  budista de la anciana –sus ojos detallaron la estatuilla del Buda– está como nueva.

— y lo seguirá si dejas de tocarla.

Rodó los ojos, ahí iba el mal humor contra él. Lo cierto es que adoraba hacer enojar a su hermano y Klaus adoraba de igual forma irritarlo con su amargues.

Extras y especiales (saga Evil) Where stories live. Discover now