La vida cotidiana puede desaparecer en menos de un parpadeo, eso Ailyn Will lo tiene claro desde que su vida toma un giro inesperado al descubrir que no es solo una adolescente, sino que es la reencarnación de uno de los siete Dioses Guardianes: un...
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In The Name Of Love - Bebe Rexha & Martin Garrix
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El silencio fue toda la respuesta que obtuve por varios segundos. Caía una leve llovizna, suficiente para enfriar el ambiente, pero no para mojarnos más de lo que ya estábamos. Nosotras los miramos, ellos de igual forma nos devolvieron la mirada, expectantes.
Me latía con fuerza el corazón, mi atención no hacía más que viajar de uno al otro en pequeños intervalos de tiempo. Aumenté la presión sobre mi amiga mientras abría la boca para repetir la pregunta, el susto y los nervios de punta aun dominaban mi cuerpo. Pero el chico de ojos azules se adelantó:
—Igual que ustedes, si eso te tranquiliza. —Su voz, muy diferente a la de su amigo, sonó tranquila y suave, casi como una melodía.
El otro chico nos dio la espalda en cuanto su amigo habló, cruzando una última vez su mirada con la mía antes de comenzar a caminar. Lo vi moverse a nuestro alrededor, no muy pendiente de la conversación que apenas iniciaba. Lo vi observar el parque, mirar al cielo y fruncir más el entrecejo, pero no dijo nada en un buen rato.
Mi pecho se desinfló, no supe si de cansancio o de incredulidad. Había recibido tantas noticias en un mismo día que ya no estaba segura de cuantas más soportaría. Estaba agotada, aun me ardían los ojos del deseo de llorar. Pero no me moví, me aferré a Sara con una fuerza que pudo haberla lastimado; ella no dijo nada, tan solo apoyó su mano sobre la mía.
El chico de mirada como el mar y cabello nocturno se acercó a nosotras, pero frenó en cuanto notó que tiré mi espalda hacia atrás, en un intento absurdo de poner distancia entre nosotros. Miró mi gesto y me sonrió, como lo haría alguien que se encuentra un animalito callejero asustado en un callejón.
—Está bien. —Sara me apretó la mano que la abrazaba sobre su pecho y me miró con ojos brillantes, en calma, con plena confianza—. ¿Recuerdas lo que te dije? Son iguales.
Me era imposible todavía controlar mi respiración mientras comprendía lo que eso significaba. Dioses Guardianes, reencarnaciones igual que nosotras, ahí, de pie ante nosotras. Sara dijo que posiblemente nunca los conociéramos, y ahí estaban, y nos acababan de salvar la vida. Era demasiado, no podían pasar por el parque de pura casualidad ni aparecer en un momento tan oportuno. Suspiré. Ese día de infierno no dejaba de sorprenderme.
