25. Luna de la unidad

1.4K 121 84
                                    

One Call Away -  Charlie Puth

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

One Call Away -  Charlie Puth

Cada vez que escuchaba algún ruido fuerte mi cabeza se estremecía

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cada vez que escuchaba algún ruido fuerte mi cabeza se estremecía. Me sentía sugestionable con tan solo oír el sonido de las olas, con tan solo escuchar hablar a alguien, con tan solo quedarme de pie por más de media hora.

Era frustrante no poder hacer algo para ayudar, aunque en realidad no había nada que hacer, solo quedaba esperar a llegar a Santa Elena. Pero aun así era incomodo solo permanecer tumbada en la cama porque mi resfriado había llegado al punto de que, si me movía demasiado rápido, terminaba en el suelo, y la fiebre había aumentado significativamente en doce horas, tanto que las toallas húmedas no ayudaban en nada y la magia de Andrew tampoco me hacía gran cosa.

Pasaron doce horas desde que Evan reconfiguró el rumbo del yate; desde hacía ese tiempo no había vuelto a ver a los chicos, tal vez estaban ocupados en quien sabe qué, y Cailye se quedó dormida mientras «me cuidaba» en la silla roja del cuarto. Se veía tierna ahí dormida, con la cabeza hacia un lado e incluso babeando.

Me revolví en la cama arrastrando las sábanas. Me dolía tanto la cabeza y sentía tanto escalofrío que me era imposible quedarme quieta a esperar que el malestar acabara con mi vida; y, además, la quietud en esa cama me asfixiaba.

No lo soporté más, tenía que salir de esa cama al menos para intentar que mi atención se desviara del resfriado que no me interesé en tratar. Me levanté de la cama, y al hacerlo casi me devolví por el intenso mareo, pero conseguí visualizar lo suficiente para caminar hasta la puerta y salir de la habitación.

Me quedé unos minutos parada en el pasillo, recobrando fuerzas, para luego avanzar hasta las escaleras. Cuando pasé por la sala, la cocina, el salón de juegos, y el minibar, me di cuenta de que todos estaban durmiendo, o en sus habitaciones, ya que el lugar estaba desierto. Así que decidí subir hasta la azotea.

El viento con olor a sal golpeó mi rostro, algo que encontré refrescante, y me senté en una de las sillas para mirar hacia el horizonte. Era agradable el sentimiento de tranquilidad que generaba el océano, por supuesto cuando no había tormenta, pero al mismo tiempo aterrador pensar en lo brutal que podía llegar a ser algo tan hermoso.

Kamika: Dioses GuardianesWhere stories live. Discover now