10.1. Un camino escabroso

1.6K 138 155
                                    

Titanium - Sia

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

Titanium - Sia

«Una amiga» ¿Dónde lo había escuchado antes?

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

«Una amiga» ¿Dónde lo había escuchado antes?

—Esa no es una respuesta —repuso Andrew, conservando su postura intimidante, el filo amenazante en sus ojos.

Fui incapaz de alejar mis ojos de la mujer, ella igualmente me sostenía la mirada con un cariño incómodo. Lucía feliz, resuelta, sus ojos violetas destellaban como si albergaran la vida de miles de estrellas.

Intenté dar otro paso hacia ella por puro instinto, pero Andrew sujetó mi muñeca antes de que pudiera hacerlo. Lo miré por el rabillo de mi ojo derecho, comprobando su postura, su expresión peligrosa. Había algo en sus ojos, en sus labios, que parecía decirme sin palabras que no me dejaría ir más lejos. Definitivamente estaba enojado por haberlos abandonado.

—At —susurró la mujer, como si decirlo fue un deseo oculto que por fin vio la luz—. He esperado tanto tiempo para verte de nuevo.

¿At? Así llamaban a Atenea. Algo dolió en mi pecho, el amargo sabor de la culpa se instauró en mi boca.

—¿Quién eres? —repetí la pregunta, ahora con más énfasis, como si tratara de buscar en mi mente el nombre de su rostro.

Mantuvo la serenidad, la confianza. Una sonrisa en su rostro y una mirada cálida.

Los demás permanecieron alerta. Sara se había acercado, estaba al lado de Andrew, y al igual que él su mirada no era más que filosas cuchillas. Evan observaba todo desde atrás.

—Responde —exigió Sara con tono severo.

La mujer parpadeó dos veces, como si saliera de sus pensamientos de repente. Los miró a todos, con la misma atención que a mí, de una forma tan íntima y profunda que se sentía como si no pudiéramos guardarle secretos.

—Entiendo su precaución, Dioses Guardianes —dijo ella con el mismo tono gentil—, pero pueden relajarse, no soy una amenaza. —Por supuesto, ninguno de mis amigos se lo tragó. El azul cian de Andrew que revoloteaba a su alrededor se intensificó—. Me comuniqué antes con ustedes, pero me temo que mi carta fue recibida un poco tarde. Se suponía que debían reunirse antes de que At... digo, Ailyn, despertara, cuando sus sueños apenas comenzaban. Me disculpo por eso, tuve algunos imprevistos con lo planeado.

Kamika: Dioses GuardianesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant