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Por la mañana siguiente, Leo, Esme y Coti, salieron para ir al colegio como siempre

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Por la mañana siguiente, Leo, Esme y Coti, salieron para ir al colegio como siempre. Era viernes, y los viernes siempre eran buenos porque luego venía el fin de semana.

—Iré al bote —dijo Leo a mitad de camino. Él estaba suspendido ese día, así que no iba a la escuela.

—Bueno... ¿Quieres que te vea allí luego? —inquirió Esme.

—¿Por qué no vienes conmigo? Podríamos cantar y... —Se encogió de hombros.

—No puedo faltar a la escuela —respondió la muchacha.

—Oh... claro, no se pueden saltar las reglas —dijo Leo y rodó los ojos antes de despedirse de ambas agitando una mano.

Esme caminó en silencio mientras pensaba en lo que le había propuesto Leo, la verdad era que ir a cantar al bote sonaba mucho mejor que matemáticas y ciencias naturales.

—¿Te gusta Leo, Esme? —preguntó Coti sacándola de sus pensamientos.

—¿Qué? ¡No! Yo tengo novio, Constanza —zanjó Esmeralda.

—Lo sé, pero no me vas a negar que Leo es mucho más lindo que esa especie de lombriz que tienes por novio —respondió la niña. Esme rio, su hermanita era un caso aparte.

—No es el exterior lo que cuenta, Coti. Leo es más lindo a lo mejor, pero nadie me ve y me quiere como Antonio —dijo con orgullo.

—Yo preferiría estar sola a tener un novio como él —dijo Coti con desagrado.

—¿Por qué lo odias tanto? ¿Qué te hizo? —preguntó Esme.

—Es... no sé, no me gusta... Pienso que te podrías buscar un chico mejor —zanjó decidida mientras abría un chocolate para comer de camino.

—Si sigues comiendo chocolates serás como yo y no encontrarás ningún chico que te quiera cuando tengas mi edad —dijo y Coti la miró con el ceño fruncido.

—¿Qué tiene de malo comerme un chocolate? Ya verás como sí consigo un novio, y uno a quien le gusten los chocolates y los coma conmigo. Además, me encantaría ser como tú cuando sea grande, Esme, eres bonita —añadió la pequeña y Esme sonrió.

La vio ingresar a la escuela y caminar a su clase decidida. Constanza tenía otro carácter, era mucho más segura y tenía muchos amigos y amigas, nadie la hacía sentir inferior como fue en su caso. Esme se preguntaba si quizás era el grupo de compañeros que le había tocado a su hermana, ella nunca había tenido esa suerte.

—¡Hey! —Tefi apareció saludando a su amiga—. No me la vas a creer, Roger me invitó a salir —exclamó entusiasmada. Esme se sintió feliz, su amiga llevaba mucho tiempo enamorada de Roger.

—¡Eso es fantástico! —admitió—. A mí Leo me invitó a ir al bote a cantar...

—¿Eh? —inquirió Tefi confundida.

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora