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Leo pasó por Esme a su casa y luego de dejar a Coti en la escuela y cerciorarse de que ella ingresara, caminaron en silencio hasta el bote

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Leo pasó por Esme a su casa y luego de dejar a Coti en la escuela y cerciorarse de que ella ingresara, caminaron en silencio hasta el bote. Esme no pensaba decir ni una sola palabra, esperaba que Leo iniciara, y él a su vez intentaba encontrar las palabras para decir lo que quería decir. Una vez allí y luego de servirse un vaso con agua en la parte interior de la máquina, se sentaron uno frente a otro.

—Esme... yo... no sé cómo empezar a hablar —dijo con sinceridad, la chica sonrió y aquello fue suficiente para recordarle a Leo lo que tenía que hacer y decir.

—Por el principio, Leo... o si quieres por el final, sólo habla... —Lo animó Esmeralda.

—Bien, no sé desde cuando ha empezado esto, tampoco puedo definir muy bien qué siento o qué me está sucediendo, pero es obvio que algo me pasa y creo que a ti también...

—¿Con respecto a qué? —inquirió Esme con la intención de asegurarse a qué se refería.

—Con respecto a... nosotros, Esme —dijo el muchacho y los señaló a ambos.

—A nosotros —repitió Esme y abrió los ojos sorprendida, no pensó que fuera tan directo.

—Sí, es obvio que algo pasa, ¿no? El beso del otro día...

—Pensé que lo habías olvidado —recriminó Esmeralda y Leo negó.

—No podría olvidar jamás un beso como ese —aceptó Leo y ella se encogió de hombros con timidez al recordarlo.

—Pero no lo mencionaste más, no me dijiste nada y por el contrario... te alejaste —añadió ella.

—Lo sé... Mira, todo esto es nuevo para mí —explicó con calma y miró alrededor como si buscara las palabras—. No siempre sé cuál es la mejor manera de reaccionar.

—Leo, no te entiendo —dijo Esme y negó con la cabeza.

—Desde que llegué aquí mi vida dio un tremendo giro. Antes, yo no era el Leonardo que soy ahora, pero tampoco sé si esta persona que soy hoy es quien en realidad quiero ser... no sé si me explico. —Esme negó con una sonrisa—. Bien, cuando llegué no quería saber nada de este sitio ni de su gente, no quería hacer amigos, quería que esto fuera solo un sitio de paso. Tú sabes que me sentía perdido desde que me enteré de que soy adoptado y todo lo que tenía seguro en mi vida se tambaleó con la muerte de papá, yo solo quería huir, crearme una nueva vida donde yo controlara mi destino.

—Lo entiendo, por eso es que quieres viajar luego de terminar la escuela —añadió Esme y el chico asintió.

—Luego pasó lo de esa señora y todo aquello hizo que me sintiera peor, tú lo sabes —dijo y ella solo asintió—. Pero entonces tú te convertiste en lo único real en mi vida, en esa persona que está a mi lado en cualquier momento, a pesar de la horrible manera en que me comporté contigo al inicio. Siento que todo lo que me importa ahora eres tú, y mamá... tu amistad me ayudó a encontrarme con el Leo que solía ser y del que mi padre estaba orgulloso, gracias a ti entendí mejor a mi mamá y me acerqué de nuevo a ella. Te has convertido en parte principal de mi vida, Esme, me haces ser mejor persona.

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora