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Cuando Esme bajó del escenario, lágrimas gordas rodaban por su mejilla, Leo quiso abrazarla, pero ella no se dejó, ignoró todas las demostraciones de afecto y de admiración de todos quienes la esperaban ansiosos para estrecharle una mano o decirle...

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Cuando Esme bajó del escenario, lágrimas gordas rodaban por su mejilla, Leo quiso abrazarla, pero ella no se dejó, ignoró todas las demostraciones de afecto y de admiración de todos quienes la esperaban ansiosos para estrecharle una mano o decirle algunas palabras, y fue directo al baño de damas del primer piso, uno que estaba alejado de todos. Tefi no necesitó que ella le dijera nada y se dedicó a distraer a las personas para que nadie la siguiera.

—Quiero hablarle, dime donde está —dijo Leo acercándose a ella.

—Déjala un rato, ya tendrán oportunidad de hablar —zanjó decidida.

—Necesita escucharme... —pidió.

—Necesita estar sola y asimilar todo lo que está viviendo, déjala un rato —respondió con seguridad.

Leo suspiró y fue al exterior donde buscó que alguien le diera un cigarrillo. Hacía mucho que no fumaba, pero se sentía mal, perdido y nervioso.

Esmeralda se miró al espejo y por primera vez vio a la nueva versión de sí misma que estaba empezando a surgir. Se veía bella y segura, y por más que el dolor y la melancolía empañaban sus facciones, sabía que todo estaría bien, solo era cuestión de tiempo. Extrañamente nunca se había sentido tan fuerte, y aun así no podía evitar temer que todo aquello fuera acabar con una sola palabra de alguien que intentara dañarla. Sin embargo, le gustaba aquello que veía, se sentía bien y se sentía a salvo, se sentía capaz.

Leo estaba nervioso y preocupado, no sabía cómo encarar a Esme después de lo sucedido, era obvio que aquello había pasado mucho tiempo atrás, pero era cierto que lo había hecho y no podía borrar aquel momento, solo podía esperar que su novia lo perdonara.

De pronto alguien tocó su hombro con suavidad.

—¿Estás bien? —Beatriz lo miraba con una sonrisa—. Han estado genial allá adentro.

—Así es... —asintió Leo, pero para su madre no fue suficiente.

—¿Quieres hablar? —inquirió.

Leo esperó unos minutos y luego le contó a grandes rasgos lo que había pasado. Beatriz solo lo escuchó y dejó que terminara.

—Dale su tiempo, Leonardo, y luego explícale... o más bien, pídele perdón por ser tan idiota, hijo —dijo la mujer abrazándolo.

—¿Crees que me perdone? —preguntó.

—Creo que ella tiene un corazón enorme y que te quiere mucho...

—¡Leo! ¡Ya van a dar los resultados! —Llamó un chico desde la puerta. Bea le sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro antes de que ingresaran juntos al teatro de nuevo.

***

Cuando el presentador llamó a los chicos al escenario para que recibieran el cheque simbólico que se les otorgaba por ganar el concurso, todos subieron animados. Saltaban, se abrazaban y lloraban en un solo abrazo de grupo en medio del escenario. Esme también estaba allí, Tefi le había llamado cuando estaban por dar los resultados. En ese momento se sintió feliz, todos le abrazaban y le agradecían, todos querían acercarse a ella y regalarle unas palabras.

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora