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Leo observaba a Vicky del otro lado de la pantalla y esperaba su respuesta, habían hablado por media hora y al final se lo había dicho

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Leo observaba a Vicky del otro lado de la pantalla y esperaba su respuesta, habían hablado por media hora y al final se lo había dicho. Ella lo ignoró y siguió contándole sobre una serie o algo, pero él volvió a decírselo:

—¿De verdad me estás cortando, Leo? ¿Por video llamada? —preguntó la chica.

—Sí... Vicky, lo siento mucho, sé que no es la mejor manera de hacerlo, pero no puedo viajar ahora, gasté la mitad de mis ahorros para ir junto a ti hace poco... Lo siento, no puedo seguir así.

—¿Hay otra, Leo? ¿Es eso? —inquirió.

—No... no es eso —dijo él temiendo que si le decía que sí se pusiera peor.

—¿Entonces? ¿Es porque estamos lejos? ¿Por qué ya no me amas? —preguntó y las lágrimas empezaron a derramarse.

—Vicky, simplemente creo que somos muy distintos...

—Pero ¿y nuestros planes? ¿Qué hacemos con todo eso? —Quiso saber la muchacha entre sollozos.

—Ya no hay planes, Vicky, ya no hay nosotros —dijo y ella comenzó a llorar aún más—. Quiero que sepas que te quiero mucho, que eres una gran persona y quisiera que sigamos siendo amigos, yo no quiero que te sientas sola ni que cometas una locura.

—¿Qué? ¡Me estás dejando sola! ¡Todos lo hacen! No me vengas con eso de que me quieres y que soy una gran persona y cosas así... eso solo son consuelos estúpidos para que te sientas mejor por lo que estás haciendo. ¡Te amo, Leo! No me vi venir esto, tú sabías que este era mi miedo cuando te fuiste de viaje, me prometiste que nada sucedería, pero ya ves... todo ha cambiado en mi mundo en tan poco tiempo... —dijo quebrándose del todo.

—Vicky... por favor... —pidió Leo y por un momento sintió que acababa de cometer un error, odiaba lastimarla así—. No digas eso, no pienses así, verás que todo se soluciona.

—Claro, para ti es fácil, al fin te deshiciste de mí, ¿no? —gritó entre enfadada y dolida.

—No es así, yo quiero que sigamos siendo amigos...

—¿Para qué? ¿Para que te sientas mejor con tu consciencia? —preguntó la muchacha—. No, Leo... a ti no te importa nada de mí, hace mucho que me temí que esto sucediera, desde que dejaste de llamarme y de buscarme. Vete, haz lo que quieras, eres libre...

—Vicky, prométeme que no harás ninguna locura, por favor —suplicó.

—¿Te da miedo que me mate y luego te sientas culpable por ello? ¿O que deje una carta diciendo que es por tu culpa y tú tengas que lidiar con ello? —gritó y a Leo le pareció que se había vuelto loca.

—Vicky...

—No lo haré, y si lo hago no será tu culpa... Es mi culpa que nadie quiera estar conmigo, es mi culpa... —sollozó.

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora