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Tres días después de aquello, Beatriz comunicó a Leo que finalmente se mudaban, eso por un lado lo puso contento, no le agradaba privar a Esme de su espacio y, además, sus padres, le caían muy mal. Sin embargo, la idea de no verla todo el día ya sea deambulando por la casa o hablándole a sus rosas, le generaba una especie de incomodidad que no podía comprender del todo.

Esme le dijo que le ayudaría a llevar sus cosas a la casa nueva y a ordenar su cuarto. Esa idea, a Leo le pareció divertida.

Durante todos esos días, Leo intentó hablar con Esme sobre Tony y contarle lo que había visto, pero ella no daba lugar a aquello, cada vez que él simulaba algo ella le pedía que no tocaran el tema pues era obvio que a él nunca le agradaría su novio. Además, le había pedido que no dijera nada sobre que ella lo ayudaría con la mudanza porque a Tony no iba a gustarle.

—¿A mí qué demonios me importa que a esa cosa que tienes por novio no le agrade? —respondió Leo impaciente ante aquel pedido.

—Leo... sabes que podría traerme problemas no solo con Tony, si papá se entera que entro al cuarto de un chico —dijo Esme en un suspiro cansino.

—¡Me tienen cansado todos! —exclamó Leo y puso los ojos en blanco—. Esme... ¿estás segura de que Tony te es fiel? —inquirió.

—Sí... bueno, no lo sé... Una vez Tefi me dijo que... lo había visto con una chica, pero...

—¿Y? ¡Tefi es tu mejor amiga! ¡No va a mentirte! —exclamó Leo.

—Lo sé, pero Tony me dijo que Tefi vio mal, que la chica con la que estaba era una prima que había venido de otra ciudad y que no era nadie importante. Mamá me dijo también que los hombres eran así y que lo importante no era ser la única sino ser la principal —respondió ella encogiéndose de hombros.

—¡No lo puedo creer! —zanjó Leo bastante nervioso—. ¿Es en serio? —inquirió y Esme solo asintió.

—Pero yo confío en Tony —agregó.

—Mira... aceptar que el hombre por ser hombre pueda tener otra mujer es aceptar que tienes la autoestima por el piso y que dejas que un hombre te pisotee. Es aceptar que no crees que eres suficiente para que un hombre te ame solo a ti... En síntesis, es ser una tonta, Esme —zanjó ya con poca paciencia.

—No hablemos de eso, ¿quieres? —pidió sintiéndose incómoda. Sabía que él tenía razón, pero pensaba que eso era fácil de decir para chicos como él.

—Callemos, callemos las verdades que nos cuestan aceptar —dijo Leo con ironía—. ¿Ya fueron a ver la película? —preguntó.

—No, es que tuvo que trabajar ese día... y la dejamos para este fin de semana —agregó.

—Trabajar... —murmuró Leo e imaginó lo que estuvo haciendo Tony la noche que le canceló la salida.

El caso es que ese sábado le volvió a cancelar, Esme se sentía triste porque ya estaba toda lista para que él pasara a buscarla. Tenía dos entradas para la función de las diez de la noche, pero a las ocho, Tony le llamó diciéndole que se sentía enfermo.

Ni tan bella ni tan bestia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora