XXXIII: Aliados

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Después de un largo tiempo nos quitaron las capuchas que nos habían puesto en la cabeza para no poder ver a donde nos llevaban, cuando abrimos los ojos, vimos una habitación llena de velas y un grupo de cinco personas que se nos quedó viendo fijamente, nuestras manos estaban atadas y uno de los sujetos que en sus manos leva un rifle de franco tirador dio un paso al frente y comenzó a hablar.

 ¿Quiénes son ustedes y de dónde vienen? — Nos dijo el sujeto con el rifle.

 Solo somos viajeros, venimos de una ciudad muy lejana de aquí, estamos en busca de nuestros padres, pero nosotros nacimos en esta ciudad. — Le empecé a decir al sujeto.

 ¿Cómo se llaman?

 Yo me llamo Armando, el de mi izquierda es Edgar y el del otro lado es Kechu. Pero, ¿como le...

 Shhhhh, Yo hago las preguntas y ustedes las responden lo más claro posible, ¿Entendieron?

 Sí señor. — Le dijimos al mismo tiempo por coincidencia.

 Así que, Kechu, ¿es un sobrenombre o algo por el estilo?

 Sí señor, mi nombre es Jesús. — Le dijo Kechu que no mostraba ningún temor.

 ¡Muy bien! Se preguntarán porque les disparamos y porque estamos los tenemos atados así, pues la respuesta es sencilla, no los conocemos, no sabemos nada de ustedes y venían armados, así que tenemos que tomar precauciones. Mi nombre es Alex Sánchez, yo y mis compañeros somos o éramos, como quieran tomarlo, soldados mexicanos, pertenecientes a la fuerza armada vinimos aquí por una misión de exploración, pero nos quedamos atrapados, no tenemos mucha munición, ni alimentos.

 ¿Pero por qué se quedaron en la ciudad? Podrían irse en cualquier momento, ¿Que los detiene? — Le pregunto Edgar un poco acelerado.

Uno de los otros sujetos nos desato las manos y nos dijo que nos pusiéramos de pie, después de eso Alex nos dijo que lo siguiéramos, abrió una puerta de oculta y salimos lo que parecía el interior de una iglesia, sin duda estamos dentro de la catedral.

Recorrimos los pasillos siguiendo a Alex, los asientos los habían quitado y solo había camas individuales militares y en ellas muchas personas heridas, enfermas o mayores de edad. Miraba desesperada mente a las personas que se encontraban ahí con la esperanza de encontrar a nuestros padres o algún familiar, pero no tuvimos suerte, nadie en la catedral era alguien que nosotros conociéramos, así que lo único que sentí fue decepción y frustración, pero ya no me importaba nada, lo único que tenía en mente es encontrar a alguien que pueda ayudarnos a proteger la única oportunidad que tiene la humanidad de ser salvada y ya la habíamos encontrado o por lo menos eso pensamos.

Subimos por unas tablas inclinadas hasta estar a la par de una ventana de donde probablemente el francotirador nos disparó, miramos hacia afuera, el número de zombis por la zona se había incrementado bastante y ya había parado de llover.

 Cuando se despeje tenemos pensado salir en busca de alimento a un centro comercial cerca de la salida de la ciudad, y ustedes nos tendrán que acompañarnos.

 No podemos hacer eso, tenemos que hacer algo más importante. — Le dijo Kechu a Alex que volteo bruscamente.

 Creo que no me explique bien, no tienen alternativa si quieren probar que son de fiar y si demuestran lo contrario tendré que matarlos.

 Tenemos que encontrar una radio para contactar con personas que puedan ayudarnos, hemos encontrado a alguien inmune al virus. — Les dije sin pensar las consecuencias.

Pandemia Z [COMPLETA]Where stories live. Discover now