VEINTISETTE

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Ahogué un gemido y aparté la vista de sus espeluznantes ojos azules, estaba aterrada. Tragué saliva con dificultad e intenté buscar rápidamente en mi cabeza algo que diera ventaja para escapar de ahí, tenía que reconocerlo era buena escapando.. o eso pensaba yo.

  -Yo... yo necesito ir al baño.- fue lo único audible que salió de sus labios. Marco dirigió hacia mi una mirada repleta de confusión y a la vez desesperación y ladeó la cabeza.

  -¿Por qué quieres ir al baño?.- preguntó encogiéndose de hombros.- Te digo palabras excitantes y tu me saltas con que quieres ir al baño.- resopló .- ¡Pendeja!

  -Me estoy orinando.

Rodó los ojos y se acercó a mi, desatando cada una de las sogas que me aferraban a la sucia e incómoda cama en la estaba.

Marco desató mis pies y luego mis manos, acto seguido, me masajeé mis muñecas con mis manos, me dolían horrores y ni hablar de mis tobillos, me sentía asquerosa, estaba repleta de sangre.

Me incorporé en la cama y tragué con dificultad. Sus cejas se unieron con ferocidad.

  -Tienes 5 minutos.- dijo Marco. Asentí con la cabeza.

Caminé con cautela en el largo y oscuro pasillo en el que me encontraba, toqueteé la pared y pude sentir algunas tres puertas. La primera que abrí fue la del baño, decliné la opción de meterme a este y escapar por la ventana, sin embargo al abrir la segunda puerta pude vislumbrar un pequeño cuarto en donde guardaban cosas que al parecer ya no utilizaban.

Tomé el único cuchillo que estaba dentro y lo introduje en mis bragas, sintiendo frío metal chocar con mi piel.

Me adentré al baño e intenté procesar en mi mente, un plan que pudiera funcionar. Pero, no habían ventanas, estaba encerrada completamente con dos psicópatas.

Abrí la tercera puerta y ésta era una habitación más, miré esperanzada el enorme ventanal que se alojaba a centímetros de mi. Cerré la puerta y puse el seguro, tenía que salir de allí sea como sea.

Corrí la ventana y me escabullí, estaba saliendo el sol. Tragué saliva y el enorme nudo que tenía atascado en la garganta. La casa era de una planta, eso me facilitaba las cosas y la caída iba a ser dolorosa, ya que abajo todo estaba repleto de piedras.

Cerré los ojos y me acerqué más al borde dispuesta a saltar.

Pero fallé, unas manos se posaron en mi pelo tirándolo con fuerza hacia atrás. Me golpeé la cabeza y miré aterrada como Marco se acercaba a mi con velocidad.

  -Suéltame.- grité.

Sus manos se posaron en mi cadera y me sostuvieron con firmeza, sus dedos se clavaron en esa zona, provocando un terrible dolor.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al divisar como tiraba su cuerpo encima del mio. Sabía lo que haría, lo que vendría después y no quería, no quería ser violada, ¿Quién diablos querría dejarse violar? Nadie que esté en sus cabales.

Eché un grito y me revolqué en el suelo.

  -Grita, grita que nadie te escuchará.

Mi vista se nubló y una de sus manos agarró las mías sujetándolas para dejarme los brazos inmóviles, sus rodillas se posaron en mis muslos y ahora si.. No tenía escapatoria.

Movía mi cabeza frenéticamente de lado a lado, cerré los ojos con más fuerza cuando sentí su rodilla presionar con fuerza mi intimidad, me estremecí, sentí dolor, asco con aquel simple roce.

Un enorme nudo se instaló en mi estómago, estaba tan asustada que mis gritos ya no se escuchaban, estaba totalmente muda.

Pegué mi mejilla en frío suelo y cerré mis ojos más fuerte, me daba pánico escuchar las palabras obscenas que él murmuraba en mi oído.

Enamorada de su acosador |Luke Hemmings| EDITANDOWo Geschichten leben. Entdecke jetzt