Capítulo 10. ¡No lo nombres!

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—¿Estás aquí por el trabajo de camarera?— preguntó un gordo señor y calvo detrás del escritorio.

—Sí— respondí mirando a mi alrededor. La oficina era chica, pero acojedora.

—Bueno, señorita, ¿cuántos años tiene?— preguntó amablemente. No parecía de esos jefes pesados y malhumorados. Era un señor de alrededor de unos cincuenta años, pansón, y sin pelo. Se parecía a Curly de los tres chiflados.

—Em... bueno, yo tengo diecisiete. Pero estoy en último año de secundaria... me preguntaba si tendrían un trabajo disponible los fines de semana— estaba nerviosa. No entendía por qué.

—Bueno, los fines de semana...— se tocó la barbilla pensando— Sí, podría ser. De todas formas por tu edad debo consultarlo con el dueño. Siempre hemos contratado chicas mayores de edad, pero por un año no creo que alla problema— dicho eso tomó el tubo del telefono que tenía en su escritorio y marcó un número.—Señor, quería hacerle una consulta... Ah, está aquí, bueno, sí, pase, pase— colgó.

En ese instante se abrió la puerta de la oficina y el padre de Zachariah entró. Rápidamente el señor —mi próximo jefe— se levantó y lo saludó.

—Esta señorita— dijo señalándome— quiere el puesto de los fines de semana. Pero tiene diecisiete. Ahí el problema.

—Arthur, ¿cuántos meses le faltan para cumplir los dieciocho?— preguntó el padre de Zachariah mirandome fijamente como si supiera quien soy.

—¿Cuándo cumples dieciocho, chica?— dijo Arthur, ahora sabía el nombre de mi jefe, girándose para mirarme.

—En tres meses— susurré.

—Entonces no hay problema. Has los papeles, Arthur— se giró hacia mí y me miró con una mirada gélida. Tenía ojos verdes como los de Zachariah, pero éstos eran fríos. Nada hermosos como los de Zacha.— Bienvenida al trabajo.

Asentí en agradecimiento. Él padre de Zachariah se fué y yo me quedé allí sin saber que decir. O sea, que el padre de Zachariah era dueño de esta cafetería y mi jefe máximo. Increíble.

—¿Nombre?— preguntó Arthur sentado en su sitio con un bolígrafo y papeles en la mano.

—Lia Ramirez.

Seguimos completando datos unos minutos más y finalmente me dejó marchar diciendo:

—El sábado empiezas. Ven temprano. Pamela, la otra camarera, te entrenará.

Asentí y salí de la oficina. Zachariah ya no estaba con su padre en la última mesa. Ahora había una linda pareja de enamorados que no conocía. Seguí mi camino hasta mi mesa para encontrame con Nicolas.

—¡Al fin, chica! Ya me estaba durmiendo— bromeó— ¿Te contrataron?

—Sí— sonreí— Gracias, no lo abría hecho sin ti.

—Claro que sí. Escucha, mamá llamo y dijo que quiere su auto devuelta a sí que debemos volver...

—Claro, no hay problema. Vamos.

Salí de la cafetería y miré el cartel que anunciaba su nombre. "Coffees Pierson" claro, ¿cómo fui tan estúpida de no haberme dado cuenta? Vivo a solo unas cuantas cuadras de aquí y nunca presté atención a que el nombre de la cafetería era el mismo apellido que el de mi mejor amiga. Genial.

Nos montamos en el coche y partimos devuelta a casa.

—Tengo que llevar a tu hermana a un cumpleaños, lo había olvidado, chicos— dice tía Elena corriendo hacia nosotros apenas llegamos y nos bajamos del coche.— Debo recojer a Mel en lo de tu abuela, Nico. Nos vemos depués.

¿Y si te robo un beso?Where stories live. Discover now