Capítulo 30. Parte dos

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Zachariah

Todavía recuerdo lo imbécil que fui aquel día. Pero en cuanto las palabras empezaron a salir de su boca me paralicé y la dejé ir. Con lágrimas cayendo por sus mejillas. La dejé ir cuando la tendría que haber detenido, pedirle disculpas, hacerle ver cuánto me importaba. Pero no, saqué mi mal humor y mi horrible tono frío igual que al de mi padre y le reproché cosas sin darle tiempo a explicarse.

Soy un imbécil. Eso es lo que soy: un imbécil.

Estos últimos días apenas salí de casa y me quedé la mayor parte del día en mi habitación buscando una manera de arreglar esto. No tenía ánimos de salir ni de hacer nada. La había cagado y lo único que quería ahora era la forma de arreglar esto. No podía dejar que Lia se vaya de mi vida. La necesitaba en ella.

Hace más de una semana que no la veía y la extrañaba tanto que me dolía en los huesos. No era chiste, lo sentía así.

Mi teléfono sonó sacándome de mis pensamientos. Estiré el brazo y lo tomé de mi mesa de luz.

—Diga.

—Hey, hombre, hoy haré la fiesta por mi cumpleaños, ¿vendrás?—dijo la voz de mi amigo Eddie del otro lado.

—No lo creo, Eddie. No estoy de ánimos.

—Lo mismo me dijiste el otro día. ¿Qué te pasa?

—Nada que te importe.

—Eres mi amigo. Me importa. — Me quedé callado. Escuché movimiento y la voz de Ray me habló esta vez. —¿Es una chica? ¿La que nos presentaste el otro día? ¿Estás mal por ella? Vamos, Zacha, deberías salir de tu casa y hablar con tus amigos de lo que te pasa.

—Oye Ray, no quiero ser brusco pero no iré a la fiesta y no quiero hablar del tema. Adiós. — Corté antes de que pudiera decir algo.

El resto del día pasó muy rápido. Mamá me llamó para cenar y a duras penas salí. Estuve pensando si ir a la fiesta o no, mamá había escuchado mi conversación con Eddie y también quiso convencerme de ir.

Quizás ir sea una buena idea. Quizás me distraiga un poco y pueda hablar con mis amigos de ello. No lo sé. No sé qué fue lo que hizo que cambiara de opinión me pegara una ducha, me vistiera y tomara las llaves de mi camioneta pero algo me dijo que debía ir.

Llegué y como casualmente en las fiestas de Eddie ya había mucha gente allí. Aparqué mi camioneta y en cuanto salí del coche ya había unas chicas quisiendo ligar conmigo. ¡Acabo de llegar! Por lo menos que sean un poco más disimuladas.

Entre en la fiesta chocando con la gente hasta acercarme a una mesa para tomar una cerveza. Las chicas anteriormente nombradas me siguieron los pasos y empezaron a hablar conmigo. Las ignoré, estaba sumido en mis pensamientos. Miraba hacia la multitud de vez en cuando buscando a alguno de mis amigos pero luego miraba el suelo o mi botella.

No me di cuenta de la mano de la chica en mi cuello hasta que sentí sus uñas. Salí de mis pensamientos para decirle que se apartara mirando hacia el frente pero me encontré con esos ojos marrones que me volvieron loco durante todo este tiempo.

Lia.

¿Qué hacía en la fiesta? ¿Eddie la había invitado? ¿Por qué? ¿Desde cuándo son amigos? Los celos burbujeaban en mi interior. Pero eso no importaba. Ella estaba aquí y debía hablarle, no podía dejar que se vaya.

Caminé hacia ella lo más rápido que pude. Se estaba volteando para irse pero la detuve poniendo una mano sobre su brazo. 

—Lia quiero hablar contigo un momento— dije parándome frente a ella. Vi como se estremecía. Estaba tan hermosa.

¿Y si te robo un beso?Where stories live. Discover now