Capítulo 13. Amor a primera vista.

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El tono suena y suena, pero Margaret no contesta. Frunzo en ceño mirando mi teléfono por cuarta vez. ¿Qué le había pasado a esta chica? ¿Por qué demonios no contestaba? Vuelvo a marcar y si esta vez no atiende llamaré a sus padres. 

—¿Hola?— contesta la voz de Mar a través del teléfono.

—Oh, gracias a Dios— susurro— ¡¿Dónde demonios has estado?! He estado llamándote todo el rato y tú no atendías. Demonios... me preocupé.

—¿Lia? Lo siento...— suspira.— He estado algo... ocupada. 

Suspiro otra vez relajándome.— De acuerdo... pero necesito hablar contigo. 

—Yo... no creo que pueda— murmuró. 

—¿Margaret está todo bien? ¿Qué te sucede?— pregunté dejando que la preocupación se notara en mi voz.

—Yo... estoy bien. Solo necesito espacio. 

—¿Espacio? Mar dame una respuesta más específica. No te entiendo...

—Ya tendré tiempo de explicarte. Adiós.

Dicho eso me colgó dejándome estupefacta mirando mi teléfono. ¿Qué le estaba sucediendo a Margaret? 

Llamé a tía Elena. Necesitaba su transporte.

—¿Lia?—contestó.

—Sí. Oye, tía Elena... ¿Podrías llevarme a algún lado?

—Oh, me temo que no. Lo lamento, Lia. Estoy en el hospital con Mel. Ella se torció un tobillo en el cumpleaños.

—Oh, ¿y cómo está ella?

—Bien, ahora bien. Ya la han enyesado. Pronto iremos a casa. ¿A dónde querías ir?

—No... no importa, tía. Mándale besos a Mel y que se mejore.

Nos despedimos y cortamos. Necesitaba ir a lo de Mar. Tenía que saber que le sucedía. Me estaba preocupando. Mamá estaba en una cita con Robert, supuse. No quería interrumpirla, pero necesitaba ir allí. Tenía que pensar en algo.

Revolví mi cuarto en busca de dinero para un taxi y cuando lo encontré suspiré de alivio. Mar vivía considerablemente lejos y no podría ir caminando. Pedí uno por teléfono y minutos después estaba en la puerta de mi casa. Le dejé una nota a mamá diciéndole dónde estaba y monté en el coche.

***

—Margaret abre la puerta— suspiré sin dejar de tocar el timbre. Era bastante obvio que sus padres no estaban y ella no quería abrirme.

Escuché pasos en el interior de la casa y luego un click de la puerta siendo destrabada. Se abrió y ante mi tenía una Margaret totalmente demacrada y en pijamas. Tenía terribles ojeras bajo los ojos y se veía como si hubiera estado llorando durante días.

—¿Mar?— susurré mirándola con preocupación. Sólo al escucharme se largó a llorar y se tiró a mis brazos. La abracé fuertemente durante un rato y luego la obligué a entrar a la casa.

La conduje hasta el sofá de la sala de estar y nos sentamos.—¿Puedes decirme que diablos te pasó?

Ella tomó un pañuelo de su bolsillo y se sonó la nariz. —Es una larga historia...

—Tengo tiempo— la interrumpí.

Suspiró y me miró. —Es sobre Ryan... ¡No te enojes!— me advirtió. Yo la fulminé con la mirada y dejé que siguiera. Ryan era el estúpido de su ex novio que ella había dejado por nosotras. Nosotras le advertimos que él no jugaba limpio y nos costó hacerle creer la verdad y sacarle la venda de los ojos. 

¿Y si te robo un beso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora